Mi Oración por los Gobernantes
Salmos 2:10-11LBLA:Ahora pues, oh reyes, mostrad discernimiento; recibid amonestación, oh jueces de la tierra. Adorad al Señor con reverencia, y alegraos con temblor.”
 
Este salmo profetiza varios aspectos del Mesías ungido venidero, se centra en Jesús y cómo los gobernantes se sublevarían y conspirarían contra él. El primer aspecto profetizado es una batalla entre las naciones y Dios con su ungido el Cristo. Pablo, al predicar el evangelio en Antioquía, cita este salmo. Dice: «Nosotros les anunciamos las buenas noticias respecto a la promesa hecha a nuestros antepasados. Dios nos la ha cumplido plenamente a nosotros, los descendientes de ellos, al resucitar a Jesús. Como está escrito en el segundo salmo: “Tú eres mi Hijo; hoy mismo te he engendrado”». (Hechos 13:32-33, citando el Salmo 2:7).

En la actualidad, vemos naciones enteras rebeldes ante el Señor, su gobierno y su mandato. Nuestra nación en particular está negando con sus acciones la existencia de Dios Todopoderoso y que Jesús vino en forma de hombre para sacrificarse por nosotros, y a través de ese sacrificio darnos vida eterna. Por eso mi deber hoy como discípula de Cristo y coheredera del reino es ORAR. Orar por el discernimiento y sabiduría de los gobernantes, para que lleguen al conocimiento de Dios, para que reciban su amonestación y temor reverente gobierne sus corazones, y renuncien a llevar a cabo cualquier plan que condene a las personas a la pobreza y la destrucción.

Aunque parezca que mis oraciones por las autoridades de mi nación no tienen sentido ante tanta maldad, debo pensar como Pablo lo hacía y hacer mi parte, que es hablar con mi vida, con mi ejemplo y perseverar en la intercesión, como Cristo aún lo hace por mí y por todos, porque todo reside en Él. Cuando Jesús regrese, todos los hijos de Dios, su iglesia y su pueblo, participarán en la herencia que le pertenece al Mesías; los demás sufrirán el juicio de su ira.

Oremos por el corazón de los gobernantes, que sea un corazón manso y humilde, que reconozca a Jesús como su único Dios, Señor y Salvador, y reciban la amonestación con un corazón de carne, sensible a Dios, no para condenación sino para arrepentimiento, adorando al Señor con reverencia.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (LG)

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