Mi Testimonio, mi Mayor Riqueza y Mejor Herencia
Proverbios 22:1-16 RVR1960: “1De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, Y la buena fama más que la plata y el oro…”, “…6Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

Haré zoom en dos versículos que saltan cuando medito en la porción que nos corresponde para el día de hoy. El primero es el versículo 1 que dice: “De más estima es el buen nombre que las muchas riquezas, y la buena fama más que la plata y el oro”. El autor de los Proverbios fue Salomón, hijo del rey David, un hombre que nació en cuna de oro, tuvo muchas riquezas y comodidad, comúnmente sobre un hombre como él diríamos que lo tuvo todo, sin embargo, este mismo personaje argumenta que no son los privilegios materiales los que dan buen nombre o fama a una hombre, en otras palabras, Salomón puso las riquezas en un segundo lugar y exaltó más bien, la humildad y el temor a Dios, como la verdadera fuente del buen nombre, la fama y la honra de una persona.
 
En este mes de la familia, debemos enfocarnos en lo importante, nos preocupamos demasiado por conseguir dinero, posición, bienes, como si eso nos fuera a dar un reconocimiento social a nosotros y a nuestras casas, cuando realmente lo importante para alcanzar el buen nombre, la fama, la honra e incluso las riquezas mismas, depende de la condición de nuestro corazón delante de Dios. Aquí no opera el cuánto tienes cuánto vales, sino qué tipo de personas somos y esto se trabaja día a día en nuestro corazón, no se trata en lo absoluto de una posición laboral, de estudios, bienes o apellidos rimbombantes.
 
Los valientes de David se ganaron un nombre poco a poco, en la medida que daban los pasos de obediencia que Dios les pedía hasta ser transformados en hombres reconocidos y famosos.
 
El siguiente versículo es el 6, que dice: «Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él.» ¿Cuál es el camino que debemos enseñar a nuestros hijos si ya vimos que la prioridad de nuestra vida no son las riquezas? Este proverbio presenta de manera clara que se trata del camino que conduce a Dios, ese que nos enseña a respetarlo y forma un corazón humilde en nosotros, lo que seguramente exigirá disciplina, por eso más adelante habla de la vara de la corrección, para alejarlo de la necedad que por naturaleza hace parte de su vida. La disciplina, guiada por el Espíritu Santo, no por el enojo o el capricho, es la madurez aplicada para llevar a nuestros hijos por el camino correcto, es el depósito que garantiza que conozcan y permanezcan en Cristo, como nuestra mejor herencia, de modo que, si fuera la única, sería más que suficiente.
 
Amado y amada, nuestro testimonio importa y mucho, es nuestra mayor riqueza entre los hombres y nuestra mejor herencia para nuestras casas, así que constrúyelo día a día y cuídalo.
 
Devocionales Refúgiate en Su palabra, Casa de Refugio (MP)

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