“Hermanos, no queremos que se queden sin saber lo que pasa con los muertos, para que ustedes no se entristezcan como los otros, los que no tienen esperanza. Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también creemos que Dios va a resucitar con Jesús a los que murieron creyendo en él.” (1 Tesalonicenses 4:13-14 DHH)
Hablar de la muerte es un tema que inevitablemente nos genera tristeza, nuestra naturaleza carnal nos hace apegarnos a todo lo que existe en esta tierra como si fuese nuestro único lugar de gozo. Cuando Pablo le hablaba a la ciudad de Tesalónica, refiriéndose no solo a la venida de Cristo, sino que, teniendo presente la incertidumbre que genera algo tan desconocido y enigmático como la muerte, les da un parte de esperanza: Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así mismo deberíamos creer en la resurrección de aquellos que murieron creyendo en Él. Es decir, para todo el que crea en el sacrificio de Jesucristo y lo siga, luego de la muerte debe tener el descanso de que gozará de la morada de paz junto a Él. “De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte.” (Juan 8:51RVR60).
Aun para “lo más grave” que podemos vivir en la tierra Cristo nos ha dado una esperanza: Vida Eterna junto a Él, el apóstol quiere que no nos quedemos sin saber que con Cristo no hay muerte sino vida, tenemos esperanza en Él; “…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10b RVR60). Sin embargo, está la otra cara de la moneda, aquellos que rechazaron la verdad de su evangelio, los que han decidido no guardar su palabra, a los que no se le ha predicado de Jesucristo, su destino será la condenación, por ellos seguimos los que seguimos en esta tierra, Dios anhela que ganemos esas almas para Cristo, “Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.” (Romanos 6:23 NVI), pues si Dios nos vino a poner en nuestras manos la vida eterna que no podía ser alcanzada por nuestros propios medios, su anhelo es que permanezcamos lejos del pecado que trae muerte a nuestras vidas, muerte espiritual, muerte en nuestra comunión con el Padre.
Luego, aquellos que no han experimentado el vivir en la presencia del Señor, para ellos el Espíritu Santo tiene un deseo, Él anhela derramarse sobre ellos, para hacer rebosar sus corazones de amor genuino hacia la Trinidad, ¿tienes en ti ese amor?, ¿estás dispuesto a ser usado por Él para compartir de ese amor que has recibido?
Es momento de reflexionar, que el gran número de muertes de estos tiempos nos haga meditar acerca del amor que tenemos por el prójimo, pues como lo dijo Juan en su primera carta: Nosotros ya sabemos que hemos pasado de muerte a vida y esto se refleja también en que amamos a los hermanos. PERO: “El que no ama a su hermano, permanece en muerte.” (1 Juan 3:14 RVR60).
Tiempo de Hablar con Dios:Padre Todopoderoso, permítenos descansar en tus promesas de esperanza, en el cumplimiento de tus propósitos eternos, queremos ser instrumentos tuyos para guiar a otros al camino de Tu Verdad, a aferrarnos al tesoro que tenemos en la tierra que es Tu presencia, ¡Espíritu Santo llévate el miedo y la desesperanza que ha traído el tiempo de muertes tan cercanas a nuestras vidas! Amén.
¡EN CRISTO ESTÁN TODAS NUESTRAS ESPERANZAS!
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (MALS)
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