Mientras voy de Camino
Marcos 5:22-29 RVR1960: “(…) Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban.  Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.  Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.

Este capítulo del evangelio de Marcos es muy especial, porque saltan a la vista tres manifestaciones de la DIVINIDAD de Jesús: 1. la liberación del endemoniado Gadareno, 2. La sanidad de la mujer con una hemorragia de 12 años y, 3. La resurrección de la hija de Jairo, lo cual pone de presente que, el Ministerio de servicio de Cristo se fundaba en la ACCIÓN.

En efecto, los tres relatos tienen un común denominador, todos ocurren mientras Jesús “iba de camino”, si… mientras avanzaba en su propósito liberó a un hombre del tormento, devolvió la alegría de toda una familia con la resurrección de una amada hija y, sanó a una mujer afligida durante más de una década por una enfermedad que la condenaba a la impureza y al ostracismo perpetúo.

Esta breve reflexión la centraré en este último relato, pero hoy no me concentraré en la “maravillosa fe” de esta mujer, sino en el servicio del Señor Jesús.  El texto, señala que este milagro de sanidad se desencadenó mientras ÉL se dirigía a la casa de Jairo (uno de los principales de la Sinagoga) para sanar a su hija de una enfermedad mortal. Esto me hace reflexionar en la importancia de estar centrada y verdaderamente enfocada en “proseguir a la meta del supremo llamamiento” que Dios me ha hecho, porque en la medida que esto sea así, podré ser testigo presencial y, por su misericordia, también protagonista, de la manifestación de su poder.

La mayoría de los milagros realizados por el Señor, ocurrieron mientras iba de camino y esto sin duda, me hace pensar en mí avance, “en mi camino”, ¿estoy marchando o me encuentro detenida? Esa es la pregunta que viene a mí mente, y la respuesta es… creo que durante un tiempo estuve estancada en mis dolores y frustraciones, pero mi Padre celestial me recordó con la paciencia que sólo lo caracteriza a ÉL, para que fui hecha y, cual es mi propósito en el cuerpo de Cristo.

Como conclusión de lo anterior, sólo puedo decir que no es tiempo de parar, si quiero ver y experimentar sanidades, resurrecciones y liberaciones, entonces, debo tomar mi cruz y seguir a Cristo, y eso implica marchar, salir, andar hacía la dirección que me ha dado, así como, ÉL lo hizo hasta el monte calvario, en donde, su sacrificio por amor salvó a muchos de una muerte inminente y de un tormento eterno.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (PM)

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