Ministrando a través del Ejemplo
Deuteronomio 6, 1-2 PDT: “Esta es la instrucción que Dios me mandó enseñarles. Me la dio en forma de normas y leyes. Obedézcanlas en el territorio que ustedes están a punto de ocupar. De esa forma mostrarán ustedes respeto al SEÑOR su Dios. Si ustedes, sus hijos y sus nietos obedecen todos los días de su vida las leyes y mandamientos de Dios que les doy, tendrán una larga vida.” 

Mi abuela decía que, además de serlo debemos parecerlo, y al leer este pasaje encuentro que había cierta sabiduría celestial en sus palabras, porque mostrar con mi vida que soy obediente a Dios y a su palabra, esa es mi mejor forma de honrarle, de mostrarle respeto, como dice este pasaje. Por eso hoy cobran mayor importancia en mi vida, porque cuando le hablo a mi hija de Dios, más que darle palabras, quiero hacerlo con mi ejemplo y que sea este el que hable por mí.

Es fácil decir que creemos en Dios y asistir a una iglesia, pero lo que es verdaderamente retador es vivir lo que oímos o hablamos en nuestro día a día, en nuestra casa, con nuestra familia; ese es el primer territorio que Dios nos ha permitido ocupar.  Nuestros hijos son nuestro principal ministerio, nuestras primeras cartas de presentación, los que darán testimonio de si lo que escucharon toda su vida fue una realidad en sus hogares o no. Tener padres cristianos no garantiza que ellos lo serán, pero generalmente son los primeros en rechazar la incoherencia de sus padres con sus propios actos.

Mi hija ha crecido en un hogar que no es perfecto, realmente es un hogar que se equivoca a diario, pero cada día es perfeccionado y lucha por agradar a Dios. Ha visto la frustración en el rosto de sus padres cuando las cosas nos salen bien, pero también como a veces con lágrimas en los ojos tomamos la decisión de confiar en Él y en sus promesas, de aferrarnos más a su presencia y es así como nos ha visto salir fortalecidos.  Está lejos de tener padres perfectos, pero sabe que cuando su mamá se sale de casillas se encierra en el baño a orar y a pedirle perdón a Dios y a ella por su falta de control, también ha escuchado a su papá reconocer que si le ha ido bien no es por él sino porque Dios lo ayuda en cada batalla dándole la gloria a Cristo.

Al final no es los muchos versículos que leamos en la noche en nuestro devocional diario, sino los muchos actos que nos permitieron demostrar que esa palabra estaba viva en nuestro espíritu porque la vivimos en nuestras acciones diarias con nosotros mismos y con los demás.

Ser padres imperfectos moldeados por un Dios perfecto nos permitirá hablarles a nuestros hijos desde la gracia que hemos experimentado a través de Cristo las muchas veces que nos hemos equivocado y hemos sido perdonados por su infinita misericordia, también les hablará de la dependencia que necesitamos para ejercer este rol tan importante de la manera en que Él lo diseño, procurando vivir el evangelio de la mano de su Espíritu Santo y con la firme convicción de que antes que ser nuestros hijos son de Él y nacieron para conocerlo, amarlo y glorificarlo.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (GVO)

Leave a Reply

Your email address will not be published.