Lucas 1:57-64 RVR1960: “Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella. Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan. Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre. Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le quería llamar. Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron. Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios.”
Zacarías padre de Juan el Bautista, era sacerdote en la época de Herodes, junto con su esposa Elisabet eran considerados justos por Dios. Un día a Zacarías se le presentó el ángel Gabriel y le dijo que iba a tener un hijo, a quien llamaría Juan, quien iba a ser grande delante de Dios y sería lleno del Espíritu Santo desde el seno de su madre, que a muchos de los hijos de Israel convertiría al Señor.
“Porque él irá delante de él con el espíritu y virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres á los hijos, y los rebeldes á la prudencia de los justos, para aparejar al Señor un pueblo apercibido” (Lucas 1:17 RVR1960)
Pero Zacarías no creyó en su corazón la promesa que Dios le enviaba a través del ángel, entonces lo hizo enmudecer hasta que viera el cumplimiento de la promesa. Así somos nosotros frente a las promesas de Dios, que suelen ser incluso más grandes que nuestros sueños, casi inalcanzables ante los ojos humanos, pero para Dios nada es imposible. En muchas ocasiones cuando recibimos la promesa, la ponemos a través del lente natural y no del espíritual, eso hace que nos cueste ver la grandeza de nuestro Señor, porque Fiel es él que nos prometió. Te imaginas ¿cuánto tiempo pasaríamos mudos si Dios decidiera callarnos cada vez que nos hace una promesa y nuestro corazón duda?, en lo personal creo que me tardaría media vida.
El nacimiento de Juan el Bautista fue una ocasión de gran celebración, gozo y expectación. Cuando Zacarías (incapaz de hablar) escribió «su nombre es Juan», tomó a todos por sorpresa, este asombro fue seguido por más sorpresas: la boca de Zacarías estaba abierta, su lengua liberada, estaba hablando y alabando a Dios.
Los 9 meses de silencio o de enmudecimiento de Zacarías simbolizan el largo período de silencio profético que pronto llegaría a su fin con el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. El ángel incluso le dice a Zacarías que el niño se va a llamar Juan que significa «el Señor es un dador misericordioso». Y esta es la misericordia de Dios para con nosotros que aún siendo pecadores Cristo murió por nosotros. Sin duda, la promesa más grande de tu vida es que Cristo dio su vida por ti, y eso ya se cumplió, en Él tienes la garantía de vida eterna, es un regalo que no se corrompe, que es eterno, sin fecha de vencimiento. Cuando alguien nos da algo, o por ejemplo si te regalan una casa o un carro, son bienes duraderos por así decirlo, pero no son eternos, muchas de las cosas que recibimos se corrompen, pero nuestra mayor promesa, nuestro mayor regalo es Cristo. ¡Qué afortunada me siento cuando soy consciente de esto! En Mateo 6:33 TLA dice “Lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que él les pide. Dios les dará a su tiempo todo lo que necesiten.”
Zacarías fue lleno del Espíritu Santo, abrió su boca y su lengua fue liberada, profetizó diciendo: “Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo,” (Lucas 1:67-69 RVR1960). Zacarías, al describir la salvación, resume muchas de las libertades que Jesús nos tajo: libertad del temor, libertad para servir a Dios, libertad para ser santos, libertad para ser justos, libertad de la muerte.
Confía en él, no dudes en tu corazón para que tu espíritu no enmudezca más guarde siempre la esperanza que, a pesar de lo inverosímil o grande que sea, tú Dios es más fuerte y grande que cualquier cosa que pueda existir y tiene el poder de hacer, de crear, de dar aliento y Palabra de vida y de vida eterna.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (LPGF)
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