2 Samuel 22:30-35 RVR1960: “Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros. En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan. Porque ¿quién es Dios, sino solo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino; quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas; quien adiestra mis manos para la batalla, de manera que se doble el arco de bronce con mis brazos”.
David había sido perseguido por sus enemigos, pero El Señor lo había librado de todos ellos, incluyendo al rey Saúl y todo su ejército. Si analizamos realmente la situación de David, no era nada fácil, pues era constantemente perseguido y sin opción de ser un prisionero, sino con el objetivo de darle muerte. David tenía que estarse moviendo constantemente de un lugar a otro, entre cuevas, montañas, montes, desiertos, fortalezas abandonadas, lejos de sus seres queridos; es decir, lo que sus ojos y sus sentidos naturales percibían, no era nada alentador, pero su corazón y su confianza sí que estaban puestas en El Señor.
Había muros, grandes obstáculos delante de él, pero David exclamaba: “Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros” (v.30). Cuando necesitaba estrategias para conducirse, él sabía que podía confiar en la palabra y que la espera en El Señor le iba a proteger, (v.31) “En cuanto a Dios, perfecto es su camino, y acrisolada la palabra de Jehová. Escudo es a todos los que en él esperan.”Cuando necesitaba firmeza en su vida, algo en qué apoyarse, en sus días oscuros, David sabía que su fundamento sólido era El Señor, (v.32)“Porque ¿quién es Dios, sino solo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios?”.Cuando estaba cansado y necesitaba fuerzas, David, tocado por El Señor decía: “Dios es el que me ciñe de fuerza, Y quien despeja mi camino;” (v.33).
Como mencionamos, David se movía entre lugares inhóspitos y necesitaba la destreza necesaria para moverse sin caerse, y allí también sabía que El Señor podría darle esas habilidades para desenvolverse porque en2 Samuel 22:34 exclama con mucha confianza“Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme sobre mis alturas”.
David era un hombre experto en tácticas de guerra, pero muchas veces le consultaba al Señor si era su voluntad pelear esta o aquella batalla, porque sabía que la batalla no era de Él, sino del Señor, que no era su experiencia, sino la dirección y el poder de Dios actuando sobre él a su favor, tal como lo expresa en verso 35: “Quien adiestra mis manos para la batalla, de manera que se doble el arco de bronce con mis brazos”, y en el 38 lo ratifica con fe de manera más explícita: “Perseguiré a mis enemigos, y los destruiré, y no volveré hasta acabarlos.”
David venció porque no se fio en lo que veían sus ojos, ni por la primera impresión de sus sentimientos. No fue la queja la que lo libró de los enemigos, sino su fe puesta en El Señor, la cual no se limitó a componer cánticos para alabarle, sino que su vida en ese momento la conducía conforme a la fe y convicción que tenía en El Padre Celestial.
¡Hoy créelo! El mismo Dios que hizo que David asaltara los muros, que fue su Roca firme, que le daba nuevas fuerzas, que lo dotaba de estrategias y habilidades, que lo preparaba para la batalla y ponía a sus enemigos bajos sus pies, es el mismo Dios que obra en nuestras vidas, solamente hay que creer en su palabra, moviéndonos conforme a ella, y caminando por fe y no por vista, con una fe fortalecida en su palabra, y con la certeza de que El Señor ya está obrando sobre nuestra vida.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (JENM)
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