No Puedes Amar lo que no Conoces
Salmo 26:8-12 NVI: “Señor, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria. No me quites la vida junto a los pecadores ni me hagas correr la suerte de los asesinos, entre gente que tiene las manos llenas de artimañas y sobornos. Yo, en cambio, vivo en integridad; líbrame y compadécete de mí. Tengo los pies en terreno firme y en la gran asamblea bendeciré al Señor.”

David, autor de este capítulo de Salmos, fue un hombre apasionado por la presencia de Dios. Se distingue por su intimidad con él, una constante en su vida a pesar de cualquier circunstancia o emoción interior que quisiera moverlo de una manera diferente. Este pasaje no es una excepción, el momento en el que fue escrito era un momento de angustia, este es un clamor y una alabanza ante circunstancias difíciles, lo interesante es que en medio de este escenario hay tres cosas que van unidas entre sí: Integridad, confianza y la Gloria de Dios.

La integridad de David es un reflejo vivo, visible de su amor por la presencia de Dios. Sus expresiones de alabanza no eran sólo palabras bonitas, sino que estaban sustentadas por la coherencia de su vida terrenal y espiritual, con un conocimiento de Dios que le permitía entender lo invisible: la gloria de Dios; tan cierto es esto que primero dijo al Señor en el verso 2 “escudríñame, pruébame, examina” hasta mis íntimos pensamientos. Por tanto, podemos decir que la alabanza tiene un componente inherente: la integridad, sin este no es más que un cántico, que puede ser hermoso para muchos pero no delante de Dios, por eso leemos en Salmos 33:1b: “En los íntegros es hermosa la alabanza”.

La alabanza debe moverse en un terreno firme: la confianza en Dios. David no perdió su enfoque en medio de los momentos difíciles, su propósito era siempre el mismo: alabar a Dios, bendecirle en todo tiempo. Esta fue una determinación en su vida, por eso ANTES de recibir la respuesta a su necesidad, antes de ver la victoria sobre alguna situación, él bendice al Señor, porque su prioridad no es la respuesta, sino la gloria de Dios en su vida. Entonces, nuestra alabanza se construye sobre el terreno firme de nuestra confianza en Dios, y este terreno nos permite llevar nuestro propósito hacia la dirección correcta, no hacia la respuesta que esperamos sino hacia la gloria de Dios sobre esa situación. Porque nuestros enemigos no descansan, son como el león hambriento esperando devorarnos, y de hambre morirán porque nuestro llamado hoy es a perseverar y desde la integridad de nuestro corazón, construir, levantar alabanza, bendecir al Señor esperando su gloria, no la respuesta que queremos, sino SU GLORIA.

Finalmente, no podemos amar lo que no conocemos. La intimidad continua y profunda de David le permitió expresar: “Señor, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria.” ¿Cómo podemos decir que amamos la presencia y la gloria de Dios si no la conocemos?, no hablamos de ver, hablamos de conocer, ¿conoces la casa de Dios, su habitación, el lugar donde reside su gloria?, ¿sabes dónde habita?
Recuerda una cosa, el terreno para construir nuestra alabanza ya fue comprado, el camino está listo y jamás será cerrado, porque las llaves las tiene Aquel que lo abrió, las escrituras son de Aquel que pago el precio, tú y yo sólo debemos ir, estar con él, conocerle en integridad y con confianza empezar a construir nuestra alabanza, hasta hacer de ella Su habitación, el lugar donde El quiere morar con nosotros. Lo que nos cuesta es lo que valoramos, por eso debemos intencionalmente construir, nadie puede construir por nosotros, no amamos un lugar al que no pertenecemos.

Disfrutemos construyendo nuestra vida en alabanza al Único que es digno de gloria, de honra y de todo nuestro amor, Jesucristo. Hebreos 3:6 RVR1960 nos dice: “Pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KMR

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