1ra Crónicas 14:8-12 RVR1960: “Oyendo los filisteos que David había sido ungido rey sobre todo Israel, subieron todos los filisteos en busca de David. Y cuando David lo oyó, salió contra ellos. Y vinieron los filisteos, y se extendieron por el valle de Refaim. Entonces David consultó a Dios, diciendo: ¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano? Y Jehová le dijo: Sube, porque yo los entregaré en tus manos. Subieron, pues, a Baal-perazim, y allí los derrotó David. Dijo luego David: Dios rompió mis enemigos por mi mano, como se rompen las aguas. Por esto llamaron el nombre de aquel lugar Baal-perazim. Y dejaron allí sus dioses, y David dijo que los quemasen”.
En este pasaje vemos que David había sido ungido como rey de Israel, una unción que no venía de la voluntad del ser humano porque al momento de su elección, recordemos que Dios le dijo al profeta Samuel que no se fijara en el parecer de los hijos de Isaí, si no que mirara el corazón, porque allí estaba el verdadero valor del hombre. Entonces, si El Señor mira el corazón, fue El Padre quien escogió a David para que fuera rey de Israel y por ese motivo fue ungido por elección de Dios en manos del profeta Samuel.
Una vez ungido, David podría haberse llenado de orgullo y creer que se las sabía todas, o en este caso en particular, al ser un hombre con experiencia en batalla y con buenos resultados contra los filisteos, David pudo haber pensado: “soy el ungido para ser rey de Israel, ya yo he ganado muchas batallas y también le he ganado a los filisteos, entonces con mi ejército sé que puedo derrotarlos”; sin embargo, David consultó al Señor si podía ir a enfrentarlos y cuando recibió Su aprobación, entonces salió con su ejército, así el Señor los entregó en sus manos y vencieron, no solamente ganaron una batalla contra el ejército filisteo, sino que también ganaron una batalla espiritual, al derribar y quemar a falsos dioses.
Nunca dejemos que el orgullo susurre a nuestra mente diciéndonos que es suficiente con nuestro conocimiento o nuestra experiencia para enfrentar cada situación que se nos presenta, siempre confiemos en la sabiduría que viene de Dios.
Nos enseña el Señor a través de la Biblia en Santiago 3:17, que la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía, y esa es la sabiduría a la que tenemos acceso si consultamos al Señor, además que los pensamientos y propósitos de Dios son más altos que los nuestros. Quizás al leer el pasaje anterior de 1ra de Crónicas 14, donde vemos a David a punto de enfrentar a los filisteos, vislumbramos una batalla de ejércitos, pero El Señor también uso esa batalla para romper cadenas espirituales a través de la quema de los falsos dioses. Así también sucede con nosotros, El Señor nos coloca en posiciones donde, si seguimos su consejo, no sólo vamos a conquistar las batallas que tenemos enfrente, sino que también vamos a alcanzar los propósitos que Dios tiene para nosotros al colocarnos en esas situaciones.
Así que, no nos fiemos de nuestra propia opinión, sino que, sin importar las circunstancias, siempre consultemos al Señor, así como a David y sus valientes Dios les entregó la victoria en sus manos, como resultado de haber escuchado el consejo de Dios, así también nosotros consultemos al Señor y sigamos su consejo, porque el mismo Dios que le habló a David, es el mismo Dios que nos contesta hoy a nosotros cuando le pedimos su sabio consejo.
Devocionales refúgiate en su palabra, Casa de Refugio (JENM)
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