Salmo 23:1–6 RVR1960: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.”
Este salmo comienza mostrándonos las maravillas que Dios tiene para nosotros, sin embargo, no somos dignos de recibirlas si no aceptamos que Jehová sea nuestro Pastor. En este salmo podemos entender que cuando tomamos la decisión de aceptarlo como Pastor, recibimos la promesa de parte de Dios de que nada nos faltará.
Pero, ¿a qué hace referencia el pastoreo? Cuando vemos al pastor con sus ovejas, podemos entender que ellas dependen totalmente de Él. Él es quién las lleva a los verdes pastos, a los mejores ríos, quién aleja a los lobos del rebaño, quién las deslana para que no se enreden y las cuida mientras duermen. La representación de Dios como nuestro Pastor, es exactamente igual. Al aceptarlo como Pastor de nuestra vida, permitimos que nos cuide, nos guíe y nos lleve de bendición en bendición, tomando siempre las decisiones de nuestra vida bajo su voluntad que es buena, agradable y perfecta.
En este salmo podemos ver las diferentes formas de pastoreo que Dios tiene con nosotros:
Dios como nuestro sustento: “En lugares de delicados pastos me hará descansar”, el pasto es el sustento de las ovejas y así como el pastor las alimenta y las lleva a verdes pastos, Dios se encarga de sustentar nuestra vida, nos da lo que necesitamos bajo su cuidado.
Nos da descanso: “Junto a aguas de reposo me pastoreará”, Cuando permitimos que Dios lleve las riendas de nuestra vida, podemos descansar y reposar en él como las ovejas lo hacen con su pastor. Dios nos llama a descansar en su presencia y a dejar nuestras preocupaciones en manos de Él.
Restaura nuestra alma: “Confortará mi alma”, Dios nos restaura para traer transformación.
Nos da dirección: “Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre”. Cuando nos sentimos confundidos y no sabemos el camino que debemos tomar, Dios se encarga de encaminarnos y mostrarnos lo que nos conviene, así como el plan perfecto que tiene para cada uno.
Nos protege: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”. Las ovejas muchas veces pasan por lugares tenebrosos y oscuros que pueden llevarlas a perderse, pero como el pastor cuida a las ovejas, Dios cuida de nosotros, por ello no debemos estar asustados o afanosos cuando tenemos el Rey y Dueño del universo cuidando nuestra vida, solo podemos sentir su abrazo y amor cuando pasamos por estas situaciones en nuestra vida.
Nos disciplina: “Tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. El pastor usa herramientas para enfrentar los adversarios y una vara para disciplinar las ovejas que constantemente se salen del camino. De la misma forma, Dios nos disciplina porque somos ovejas que quieren hacer su propia voluntad. La disciplina de Dios nos hace bien como un padre que disciplina a sus hijos porque los ama.
Tenemos comunión: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores”. Dios siempre tiene una mesa llena de manjares a la cual somos invitados diariamente. Como sus hijos debemos buscar llenarnos de su Palabra para afrontar las diferentes situaciones y a pesar de los problemas y dificultades que nos angustien.
Nos da unción: “Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”. Dios derrama aceite en nuestra cabeza, como representación del Espíritu Santo. En la antigüedad, se ungían a los sacerdotes como representación de la autoridad de Dios sobre sus tareas. Cuando somos guiados bajo la unción de Dios, podemos experimentar su gozo y plenitud en las acciones que hacemos guiadas por Él.
Tenemos su favor: “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”. Cuando hacemos el bien y seguimos el camino de nuestro pastor, las bendiciones nos siguen y alcanzan, todo lo que hacemos es prosperado y nos acompaña su presencia.
Permanece con nosotros: “Y en la casa de Jehová moraré por largos días”. Cuando permitimos que Jesucristo nos pastoree, debemos permanecer en el evangelio, velando siempre por hacer lo bueno y orando por someter la carne. Cuando decidimos y aceptamos a Dios como nuestro Pastor, no significa que no tendremos situaciones difíciles, significa que Dios estará con nosotros todos los días de nuestra vida, dándonos su palabra para superarlas buscando siempre su voluntad.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio. (MM) #Mimetaesanimar
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