1 Tesalonicenses 1:1-10 RVR1960: “Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y en el Señor Jesucristo: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo. Porque conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección; pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros. Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo, de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya que han creído. Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la palabra del Señor, no solo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad de hablar nada; porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.”
Esta fue la primera carta que escribió Pablo para los Cristianos Europeos, y en ella están claramente descritas las pautas fundamentales de la vida cristiana. Recordemos que el mismo Pablo funda la Iglesia en Tesalónica en su segundo viaje misionero (Hechos 17:1-9). Sólo estuvo en la ciudad por un corto periodo de tiempo porque fue forzado a irse por los enemigos del evangelio. Sin embargo, la iglesia de los tesalonicenses continuó viva y activa. A pesar de que Pablo tuvo que dejar repentinamente a esta joven iglesia, su profundo agradecimiento fue lo que motivó esta carta; porque había un innegable trabajo del Espíritu Santo y un cambio maravilloso en sus vidas.
Las tres grandes virtudes Cristianas eran evidentes entre ellos: fe, amor, y esperanza. La fe produce obras, obras que sanan, que salvan, que restauran. El amor lo que produce es trabajo, y la palabra trabajo en griego antiguo es, kopos, que “implica esfuerzo extenuante que produce sudor.” Por tanto, el amor se expresa en dolor, esfuerzo, como lo hizo nuestro Señor Jesucristo que murió en la cruz por AMOR a nosotros. Y la tercera es, la Esperanza, y el fruto que produce es constancia. La constancia nos mantiene alegres porque siempre estamos esperando ¡en Él! Pablo les recordaba que Dios los amaba y que los había escogido, los dos van juntos. Cuando amamos a alguien, naturalmente lo escogemos y Dios nos escogió para darnos estas tres cosas.
Recordemos que los creyentes Tesalonicenses se distinguieron porque recibieron la Palabra, incluso en medio de gran tribulación. El mensaje que escucharon vino con adversidad; sin embargo lo recibieron, y no sólo la recibieron, sino que la divulgaron. Estos dos aspectos son esenciales si una iglesia va a difundir el evangelio. Primero, necesitan un mensaje que difundir, y ese mensaje necesita primero impactar sus propias vidas. Segundo, necesitan que la fe salga, para que su fe en Dios sea conocida por el mundo.
Por eso cuando creemos en la palabra de Dios en verdad y en el mensaje de la cruz; nuestra vida va a ser transformada como un acto de fe, y nos va a llevar a amar porque Dios es amor, y así vamos a poder caminar en constancia “como un ancla que atraviesa los cielos hasta la presencia de Dios porque ahí estamos seguros, un ancla firme en el alma”.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KGD) #MiMetaEsComprender
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