Orden en toda Ofrenda
1 de Corintios 16: 2 RVR1960: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.” 

El aparte para hoy se basa en el capítulo 16 de la primera Carta a los Corintios, así que quise revisar el contexto y leí el Capitulo anterior, encontrándome con que el Capítulo 15 es de una riqueza estruendosa de Pablo al hablar al pueblo de Corinto sobre el significado de la Resurrección de Jesucristo y por extensión del impacto en todos los creyentes de todas épocas.

Entonces, lo primero que me pregunté fue ¿por qué pasar de un asunto tan elevado espiritualmente a otro relacionado con la ofrenda y la disposición de los recursos? que es un poco “más terrenal” pero, como sabemos, nada en la Palabra está por casualidad, porque somos un todo, no solo somos un grupo de lindas personas que se congregan los domingos en un edificio y creen en Dios y le alaban, y que pensamos que en algún momento estaremos con Él en su Reino y que los nuestros que han partido, luego que todos resucitemos espiritualmente, también resucitarán, sino que más allá de eso, somos instituciones espirituales individuales con responsabilidades en la era de la gracia, que por lo mismo Él nos ha permitido vivir y eso nos vincula directamente con el manejo de nuestras economías y en particular para este caso con la ofrenda como parte de la Iglesia de Cristo.

Pero para que no crean que me salgo de lo espiritual y me voy por la línea del dinero únicamente, quiero dejar ver en este devocional el orden que instituyó Dios por medio de Pablo, en este extracto de la Palabra, haciendo una precisión y es que en esta ocasión Pablo no está hablando de diezmo, o contribución tributaria. Los estudiosos hablan de que esta ofrenda se refiere a la “LOGIA” que en griego traduce: una ofrenda extra. El contexto de los primeros versículos del Capítulo en cita nos habla que esta ofrenda tiene destino para Jerusalén, dada la época de escasez que se padecía, como nos lo cuenta el libro de los Hechos Capitulo 11: 29-30.

Por ello Pablo definió que individualmente cada uno de los fieles, “cada primer día de la semana”, esto es, como sabemos, cada domingo pero de forma continua, “separará algo”, con la precisión de que ese “algo” lo haya prosperado; es decir, no de lo que sobra, sino algo que lo mejoró, “guardándolo”, es decir, reservándolo con antelación incluso, previo a la llegada de Pablo, de modo que tal vez con la colecta no interfiriera en otros asuntos de la Iglesia que se tratan el día en que esta se congrega.

Me detengo para cuestionar sobre ¿cómo nos preparamos en todos los aspectos, incluso en el económico, para llegar a congregarnos el domingo? Pues el regalo de gracia ya lo tenemos, esto es, el perdón de los pecados y la resurrección con Cristo en una vida eterna en Su Reino, como en orden se encuentra en el capítulo que precede al de este devocional. Entonces, previo a recibir de la Casa de Dios el pan, ¿preparo mi ofrenda?, o sin pensar, por reacción simplemente saco lo que tengo en los bolsillos o en la cartera cuando el ujier pasa por mi lado, o ¿no entrego nada porque ya diezmé? Y para que no nos duela tanto, también cuestiono: ¿preparo mi ofrenda para el Señor?, ¿preparo mi corazón?, ¿hago un barrido de las necesidades satisfechas por el Señor en la semana que pasó y de todo lo que Él me dio demás?, ¿me contacto previamente con mis Pastores y les comento sobre todo lo que me ha dado Dios o le manifiesto qué necesita la Iglesia en cuanto de mi servicio se trata?

Hermanos, no soy nadie para reprocharles con estas preguntas abiertas, más bien soy yo la que se cuestiona, porque debo confesarles que el Espíritu Santo me ha redargüido en este último tiempo debido a mis afugias económicas, por la por falta de previsión y orden de mi parte en lo que aquello respecta. Tal vez atacada por el enemigo o por mi propio engañoso corazón, pero por la misericordia de Dios he encontrado sustento en todo sentido.

Por eso hoy doy gracias a mi Señor Jesucristo por tanto recibido, por lo inmerecido que de Él proviene y me sustenta, y me propongo ajustar mi agenda para preparar mi ofrenda extra a Él en dinero o en servicio, invitando a todos lo que me escuchan que si lo estiman, hagan lo propio para que la obra de la Iglesia sea más notoria, ya que estamos en tiempos de escasez y eso no es un secreto, el mundo nos lo muestra cada día, luego, como hijos de Dios debemos proveer ayuda en Su Nombre a quien nos necesita, sin temor por los tiempos o la limitación de recursos, porque en el Orden de Dios también está Su cobertura, si bien Él nos anticipa la escasez; también, si estamos de su mano, Él nos asegura la provisión.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra Casa de Refugio. OLAM

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