Tomar decisiones para replantear nuestro presente y permitir que opere el orden de Dios, trae sanidad a nuestra vida y abre la puerta para el inicio de una nueva temporada en la que se establece su gobierno. Postergar los cambios nos lleva al mundo de la irresponsabilidad y el estancamiento, porque no tenemos la capacidad de reconocer que necesitamos cambiar y damos pie para que el enemigo actúe porque vamos a culpar a otros de nuestro estado. No enfrentar el caos o las tinieblas en alguna área de nuestra vida nos lleva a la desesperación y unos pasos más adelante a la depresión. El desorden nos retrasa y nos aleja de la esencia de Dios en nosotros.
Y ¿qué cosas Dios desea que pongamos en orden?, primeramente nuestros pensamientos, el primer aspecto básico de la vida. Filipenses 4:8 TLA: “Finalmente, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable y merece ser alabado.”
Nuestra mente es la torre de control de nuestro cuerpo. No existe nadie que pueda decir que no tiene nada que organizar en su mente. Organizar es separar y separación es sinónimo de santidad. Nuestra vieja naturaleza ha dejado nuestra mente contaminada de pensamientos, hábitos del pasado, relaciones, experiencias y tradiciones familiares que nos gobernaron por años y crearon patrones de pensamiento, por eso necesitamos ser renovados en nuestra mente, no podemos pretender que no necesitamos traer sanidad a lo que ha estado sucio de todo lo impío por años.
Rendirle nuestros pensamientos a Cristo no es un reinicio mental donde Dios borra todo el pasado. Dios sana y restaura, toma todo nuestro pasado para habilitarnos en el presente e identificarnos con el que sufre, con aquel que también se encuentra en tinieblas y necesita la luz de Cristo para ser salvo. Dios quiere gobernar nuestra mente para que aprovechemos cada neurona que nos ha sido dada para hacer y pensar lo bueno, para concentrarnos en crear hábitos que alimenten lo espiritual porque con un solo pensamiento satanás puede destruir toda nuestra vida.
2da Corintios 11:3 NVI: “Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, los pensamientos de ustedes sean desviados de un compromiso puro y sincero con Cristo.”
Es posible que el desorden de esa área de nuestra vida haya sido causado por un pensamiento sembrado por satanás en nuestra mente y desde allí él nos controla, nos acosa e influencia, por ejemplo: “ya te dejó el tren, podrás perdonar todo menos esa ofensa, ya es demasiado tarde para intentarlo, me equivoqué y no hay manera de remediarlo, etc.”. El propósito de Dios es que pensemos como él piensa y esto aplica en todas las áreas, en todas debemos pensar lo bueno, lo puro, si un área no está en este sentido está en caos, está en tinieblas porque hemos abierto la puerta para que satanás gobierne, allí no está el pensamiento de Dios.
Entonces, ¿en qué estás pensando constantemente?, ¿qué controla o que determina tus pensamientos? De ese pensamiento que te acosa con frecuencia, ¿estás pensando lo bueno, lo puro, lo amable, lo que es digno de agradecer? Dios quiere traer orden a tus pensamientos, ríndelos en oración, pídele a Dios que establezca su reino y su orden en tu mente y cúbrela con la sangre de Jesús para determinarte concentrarte en lo bueno, en lo que realmente El Padre quiere para ti.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KMR)
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