Efesios 5: 15 RVR95: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios.”
Dios nos motiva a evaluarnos y hacerlo con diligencia. El llamado de Dios para alcanzar el contraste en nuestra vida está trazado por nuestra capacidad de realizar cambios profundos para sacar lo que nos está impidiendo madurar y dar fruto, aún en lo profundo de nuestro corazón, por eso a través de su palabra hemos visto la necesidad de poner nuestra casa en orden para ser sabios administradores del presente y estar preparados para recibir la visita de nuestro Rey.
En días pasados escudriñamos nuestra casa para evaluar nuestros pensamientos y las intenciones de nuestro corazón, hoy necesitamos seguir revisando más profundamente para que no se quede ninguna parte de nuestro interior sin ser gobernada por el orden de Dios. Aunque parezca que nadie tiene acceso a lo que somos en nuestro interior, y podemos darnos el lujo de tener “cuartos de san alejo”, donde alojamos todo lo que no queremos mostrar a los demás porque revela lo peor o lo que verdaderamente somos, pero para Dios no hay nada oculto.
Salmos 139:1-4 LBLA: “Oh Señor, tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos. Aun antes de que haya palabra en mi boca, he aquí, oh Señor, tú ya la sabes toda.”
Revisar nuestro andar implica examinar la habitación de nuestras motivaciones. Una motivación, es el ensayo mental preparatorio de una acción para animar o animarse a ejecutarla con interés y diligencia. Es un reconocimiento, un estímulo, aquello que nos impulsa a hacer algo, por eso cuando estamos motivados nos sentimos llenos de fuerza para hacerlo todo. Así mismo, si no tenemos la fuerza para hacer las cosas, para avanzar, para orar, para vivir, para amar a otros, para soñar, necesitamos revisar nuestras motivaciones. ¿Estás abatido, desanimado, agotado, desesperanzado?, te sientes agotado y no precisamente por la cantidad de trabajo que tienes o por haber pasado una mala noche, sino porque ya lo has intentado todo y de todas las formas posibles, pero las cosas no son como esperabas.
Necesitamos traer el orden de Dios a la habitación de nuestras motivaciones. Si bien los hijos, los padres, la pareja o tener una mejor vida, son buenas motivaciones para llevar a cabo grandes proyectos en la vida, no deben ser la gasolina para el motor de nuestras intenciones, porque al fin y al cabo no nos pertenecen.
La gasolina motivacional que debe encender el motor de nuestras intenciones viene del Espíritu de Dios, no podemos adquirirla en un lugar distinto a su presencia. Cuando entramos a la habitación de nuestras intenciones con la compañía del Espíritu de Dios él nos ayuda a poner cada motivación en su lugar, él nos lleva al Hijo quien nos enseña qué debe ir en el centro de nuestras motivaciones. Hoy Jesús nos dice: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra”. (Juan 4:34) Hacer la voluntad del Padre debe ser nuestra mayor motivación, el centro que impulsa toda intención de nuestro corazón, sólo así aprenderemos que el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Cuando Jesús trae su luz a esta habitación, entendemos que en nuestras motivaciones debe estar el tener paz con Dios (Romanos 5:1). Cuando el Padre es el Centro de nuestras motivaciones, entendemos que la mayor MOTIVACIÓN DEBE SER TENER UN CORAZÓN PURO ANTE ÉL, eso es andar como sabios.
La voluntad del Padre es que nos presentemos con un corazón puro ante él, eso es lo que debe impulsar nuestra vida. ES DE NECIOS ESPERAR SER BENDECIDOS, ESPERAR LA VISITA DEL REY SI SEGUIMOS SIENDO LOS MISMOS. El Rey de Gloria quiere visitar tu casa, ¿cómo la vas a presentar?
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KMR)
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