“Tú dices yo soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad. Pero sabes que eres desventurado, miserable, pobre, ciego y estás desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en el fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez…” (Apocalipsis 3:17-18 RVR95)
Siguiendo con el consejo de Jesús, porque cuando él nos insiste es por alguna razón, bien sea para darnos herramientas para afrontar la situación por la que estamos pasando, para enseñarnos cómo afrontar una futura o para ayudarnos a superar una del pasado, es necesario continuar meditando sobre este pasaje con tal de recibir la libertad que necesitamos, luego de reconocer nuestra verdadera condición.
Proyectándolo en esta época de pandemia, si una persona muy querida inicia un emprendimiento, su producto es algo que nos beneficia y tenemos la posibilidad de adquirirlo a un buen precio, creo que sin duda iniciamos nuestro proceso de compra. Pues en esta ocasión, Jesús mismo nos dice, ven que quiero venderte algo que necesitas, y es algo que es sumamente valioso ¿qué harías? ¡Sin dudarlo, me llevo dos, tres, la tienda entera!
El corazón que está lleno de orgullo y endurecido en su propia razón necesita acudir a la tienda de Jesús con urgencia y vivir con él un proceso de refinación. Porque para refinar el oro es necesario molerlo hasta hacerlo polvo, mezclarlo con una sustancia llamada: fundente para disolverlo, luego esta mezcla es pasada por el horno de fuego intenso donde las impurezas salen a flote y quedan sobre la superficie de tal forma que pueden ser apartadas del precioso metal.
Ahora bien, ¿qué nos enseña esto? Toda prueba, tribulación, aflicción e inclusive la ofensa, mientras sean pasadas por el horno de fuego divino, disueltas en el fundente (la muerte del ego para confesar mi pecado) aplicado por el Espíritu Santo, permiten que salgan las impurezas del corazón, como la contienda, el enojo, la amargura, la tristeza, la falta de perdón, etc.
Si no atravesamos el calor intenso de la prueba, y reconocemos nuestra verdadera condición delante de Dios, el pecado que nos contamina no va a salir a flote y se va a esconder con facilidad mientras no arda en el fuego. En tiempos de bonanza todo parece perfecto y somos los más espirituales y buenos samaritanos porque nuestra inmundicia esta oculta, pero cuando llega el calor de la prueba salen nuestras impurezas a la superficie, así que bendita se la prueba que nos purifica.
“He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción.” (Isaías 48:10)
Tiempo de Hablar con Dios: Gracias Bendito Señor, porque para aquellos que te amamos todas las cosas nos ayudan para bien, así lo dice Tu Palabra y así lo creo, y no hay ninguna prueba que no pueda soportar sin tu fiel compañía Señor, hoy te alabo porque por medio de esta situación que vivo, estoy siendo purificado y perfeccionado en Ti. Gracias, porque quieres retirar lo que no sirve de mi, gracias por invitarme a tu casa para vivir este proceso contigo porque quieres cumplir tu propósito en mi, soy tan valioso que siempre ves lo mejor en mí, me ves como el metal más precioso, como el oro porque quieres que tu luz brille en mí.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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