Pequeñas cosas que Dañan

Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.” (Eclesiastés 10:1 RVR1960)

El perfumista dedica horas, días, elaborando un perfume, combinando los ingredientes adecuados para encontrar el aroma deseado, de tal manera que, no solamente huela bien, sino que perdure por mucho tiempo. Así también, sucede cuando dedicamos tiempo y esfuerzo para lograr nuestras metas, lo que nos llena de gran alegría y satisfacción. El perfumista ve su trabajo y dedicación perderse cuando un par de moscas caen en el perfume, dañando su aroma y toda su obra. Lo mismo sucede con una pequeña locura, una mala decisión producto de arranques emocionales, palabras dichas a la ligera, son pequeñas cosas que pueden echar a perder una reputación, un ministerio, un trabajo, un matrimonio, una sociedad, en fin, cualquier buen fruto que llevó tiempo en alcanzarse.

La Biblia nos enseña enCantares 2:15: “Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; porque nuestras viñas están en cierne.”

Este pasaje nos lleva a revisarnos a la luz de la palabra y preguntarnos, ¿cuáles son aquellas cosas pequeñas que pueden arruinar todas las cosas buenas que hemos logrado bajo la bendición de Dios? Vamos a deshacernos de esas pequeñas zorras que dañan nuestros buenos frutos, que retrasan las bendiciones de Dios. Usualmente, esas pequeñas zorras son malos hábitos, o la ausencia de buenos hábitos que nos lleven a estar más cerca de Dios, que nos lleven a ejercitar los dones que nos ha dado para ponerlos al servicio de los demás. Debemos desechar todo aquello que nos aleje de Dios y de su voluntad, reconocer en qué somos débiles, entregar esa debilidad al Señor y reconocer que dependemos solo de Él, El Señor se fortalecerá en nosotros en esas debilidades.

La palabra del Señor nos enseña en Proverbios 16:32 RVR1960: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.”

Conquistar una ciudad no es algo fácil, demanda esfuerzo, estrategia y un gran liderazgo. El Señor valora mucho más aquella persona que se puede enseñorear de su espíritu; es decir, que tenga dominio propio para rechazar aquello que nos lleva errar y también tenga la determinación de hacer la voluntad de Dios.

El dominio propio es esencial para caminar conforme a la voluntad de Dios, es una característica del fruto del Espíritu Santo, por lo tanto, debemos ejercitarnos en producir dicho fruto. El pecado y las tentaciones siempre estarán al acecho, pero El Señor nos ha dado la capacidad de dominarlos a través de la templanza. Si pedimos al Señor madurar en este fruto, tendremos la palabra adecuada para hablar y abstenernos de decir necedades, nos detendremos a la hora de actuar a la ligera y también estaremos prestos a actuar cuando así Dios nos lo indique.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (JENM)

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