Permaneciendo en su Gracia
Hebreos 12:12-17 RVR 1960  “Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas”.

El capítulo 12 de la Carta a los Hebreos nos habla del modus vivendi del Cristiano, nos indica la necesidad imperativa de poner nuestro ojos solo en Jesús como Autor y Consumador de nuestra fe, para poder despojarnos de las cargas impuestas por otros, las autoimpuestas, así como del asedio del pecado y soportar la disciplina divina.

Amamos la verdad de la palabra y su utilidad en todo tiempo de nuestra vida. El pasaje de hoy reconoce que como consecuencia del peso extra, el pecado e incluso la disciplina experimentada en algún periodo de nuestra vida, el creyente puede tomar la fatal decisión de dejar caer sus manos e incluso permitir que sus rodillas se paralicen; lo anterior, está hablándonos de la determinación consiente o no de cesar la búsqueda sincera e íntima del rostro del Señor Jesucristo mediante un corazón humilde.

El regalo más grande que el Creador del universo dio al mundo, es sin lugar a dudas: Cristo Jesús;  su Hijo Unigénito. Él es el regalo inmerecido más excelso que nadie jamás podrá igualar, y eso nos habla de la Gracia de Dios sobre el ser humano. En Cristo tenemos la  salvación, la liberación, la sanidad y la restauración, es una realidad que no cambia y que ningún proceso espiritual, emocional o físico del creyente podrá ignorar.
La palabra de Dios nos está enseñando que en medio de nuestras luchas solo tenemos un camino que nos lleva a la victoria, y es permanecer rendidos ante Cristo;  las manos levantadas hablan de fe y expectativa en su respuesta mediante el clamor verdadero, y las rodillas inclinadas de humillación total de nuestro corazón ante Él. Pues es Él quien nos levanta con su favor inmerecido.

El Espíritu Santo nos dice: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”, nos está aclarando que de no permanecer en la gracia de Dios,  que es la búsqueda genuina de Cristo,el resultado de la batalla experimentada será amargura al corazón, y un corazón amargado es el estorbo más grande para que un creyente pueda poseer su herencia en Dios, pues lo incapacita para el arrepentimiento, le roba la unidad con sus hermanos y lo hace preso del pecado, pues, ¿cómo podrá aquel que no tiene los ojos puestos en Cristo hacer sendas derechas para sus pies, conocer lo cojo de su vida, seguir la paz con todos y alcanzar la santidad?.

Que el autoengaño no nos esclavice, no tenemos derecho alguno a la amargura por nada de lo experimentado en nuestras vidas, la amargura es un pecado extremadamente peligroso y altamente contagioso, que lleva a sus cautivos a despreciar la Gracia que hay en el mediador del nuevo pacto: JESUCRISTO y su sangre que habla mejor que la de Abel, pues clama por misericordia y no juicio.
Escucha entonces pueblo de Dios, levanta tus manos a ÉL, inclina tus rodillas de corazón en su presencia y sin lugar a dudas,  su gracia te sostendrá y guiará a tu destino divino.
 
Devocionales Refúgiate en Su Palabra. Casa de Refugio. LCR.
#MiMetaEsEnseñar

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