Promesa de Paz y Prosperidad
Isaías 54:11-13 NTV: “¡Mira tú, ciudad afligida, atormentada y sin consuelo! ¡Te afirmaré con turquesas y te cimentaré con zafiros! Con rubíes construiré tus almenas, con joyas brillantes tus puertas, y con piedras preciosas todos tus muros. El Señor instruirá a todos tus hijos y grande será su paz”.

Mientras escudriñaba el pasaje bíblico para elaborar este devocional, resaltó en mi lectura la palabra atormentada y si nuestra amada patria ha sido y sigue siendo un país atormentado por varias enfermedades sociales, siendo las más graves la corrupción, la pobreza, el desempleo, la discriminación, la adicción a las drogas y la desigualdad de clases; claramente unos cuantos de esos tormentos se eliminarían de la lista si empezáramos por mejorar por lo menos uno: “la corrupción”.

La corrupción para el cristiano entraña un pecado grave, pues es una agresión al prójimo y también al bien común. Meditar en esta promesa me motiva de parte del Señor a centrarme en esos pequeños actos de corrupción que, aun siendo cristianos, a veces nos tientan hasta el punto de comértelos, ese actuar injusto y desordenado comienza por nuestros propios actos de corrupción, actos que justificamos mentalmente, defendemos frente a los demás e incluso, quizá sin quererlo, promovemos que sean copiados por otros.

Y como es mi costumbre quise traer algunos ejemplos de estos pecados que tendemos a minimizar como por ejemplo; no dar nuestras ofrendas y diezmos, colarnos en la fila de autos, del banco o del bus, comprar mercancía que no paga impuestos, comprar las respuestas de un examen, pagar para agilizar un trámite, no recoger lo que hace nuestra mascota, no cuidar nuestros parques públicos, mentir para excusarnos, procrastinar nuestras buenas acciones, entre otros. La invitación hermanos es a examinarnos y sobre todo escuchar la voz de Dios que siempre nos incomoda cuando vamos a realizar un actuar incorrecto.

Amados, yo quiero gozarme de la justicia que promete el Señor a nuestra nación, y espero todos tengamos el mismo anhelo; yo quisiera vivir para ver esos días, pero tenemos que empezar hoy, por abolir frases como “yo no pago todos los impuestos porque aquí todo se lo roban”, “yo no respeto la fila porque nadie la respeta”, “yo grité porque el me gritó”, “yo no le sirvo porque el no quiso servirme.” La primera persona en dar un paso hacia el cambio, soy yo; corrijamos esos actos y con nuestro ejemplo, empecemos a generar un cambio, recordemos que la suma de nuestros esfuerzos individuales serán esas turquesas, esos zafiros, esos rubíes, esas joyas preciosas que brillaran en los muros de nuestra nación y grande será nuestra paz y prosperados nuestros caminos.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra Casa de Refugio (AC)

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