“El justo florecerá como la palmera; crecerá como el cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová, mi fortaleza, es recto y que en él no hay injusticia.” (Salmos 92:12-15 RVR95)
David, un hombre que pasó de ser el menor de la casa, trabajando en el campo como pastor de ovejas, a ser uno de los guerreros más poderosos de Israel y su rey, entiende perfectamente el significado de florecer como una palmera y crecer al estar plantado en la casa de Dios, el único lugar donde realmente podemos dar fruto por fuera de los estándares impuestos por la sociedad y más allá de lo que nosotros mismos podemos imaginar. La tierra que provee los nutrientes que necesitamos para prosperar en la vida, se encuentra en la casa de Dios, en su presencia, el lugar donde El habita, por eso David tenía una determinación en su vida:
“Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré: que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová y para buscarlo en su Templo.” (Salmos 27:4 RVR95)
Es tiempo de habitar en su casa y florecer o prosperar en la presencia de Dios, este el Año del Propósito de Dios para con nosotros, podemos darle un nuevo rumbo a nuestra vida y trabajar con Él en 4 direcciones:
Necesitamos crecer en sabiduría. “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5 RVR95). En Cristo somos nuevas criaturas, eso incluye todo nuestro ser de manera integral: espíritu, alma y cuerpo. A veces tenemos la percepción que los cambios solamente obedecen a conductas, pero ahora más que nunca, necesitamos avanzar en la renovación de nuestra mente para transformar nuestra manera de pensar, de manejar las situaciones que se nos presentan y pensar antes de actuar y responder.
Necesitamos crecer en la Obra de Dios. “Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa, aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor, porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.” (1 Corintios 3:6-9 RVR95). La obra de Dios no es tarea de un pastor, no es tarea de los líderes o de los servidores solamente, en la obra de Dios participamos todos, es necesario involucrarnos porque esto agrada al Señor.
Necesitamos crecer en la Fe y el amor. “Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás.” (2 Tesalonicenses 1:3 RVR95) Nuestra fe puede crecer a través del estudio de la palabra, mediante la comunión con Dios, porque la ejercitamos aplicándola en nuestra vida cada día y mientras más cerca estamos del Señor, habitando en su casa, más amor tenemos por otros porque podemos verlos como Jesús los ve.
Necesitamos crecer en la Bendición. “Mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo, lo llamé, lo bendije y lo multipliqué.” (Isaías 51:2 RVR95). En este año, hemos aprendido la importancia de testificar acerca de la obra de Dios en nosotros, porque no podemos ser luces que se ocultan debajo de una mesa, tenemos que brillar para que otros vean Su luz. Cuando hablamos o escuchamos lo que Dios está haciendo en otras personas, crecemos en la bendición, a veces la bendición puede venir a través de otros y otros pueden ser bendecidos a través de mí.
2021 El Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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