Retomemos este aparte hermoso cuando dice “Este es el que vino mediante agua y sangre: Jesucristo. Y no solo vino mediante agua, sino mediante agua y sangre”, el autor esta resaltando que nuestro salvador vino no solo como un ser intangible (espíritu y alma), sino también tangible, es decir en cuerpo, desvirtuando todo argumento gnóstico y por tanto revelando el gran poder de la salvación que tenemos en Cristo, pues la redención abarca el rescate del espíritu, el alma y el cuerpo en su estricto orden, dado que somos tripartitos y al nacer espiritualmente nuestra alma y nuestro cuerpo deben entrar en una sincronía perfecta, en donde el mayor, el espíritu, gobierne al menor, es decir al alma y al cuerpo. tal como lo menciona 1 tesalonicenses 5:21-24: “Ahora, que el Dios de paz los haga santos en todos los aspectos, y que todo su espíritu, alma y cuerpo se mantenga sin culpa hasta que nuestro Señor Jesucristo vuelva”.
Este acuerdo o sincronía es un mandato, la integridad espiritual debe inspirarse en el acuerdo perfecto que existe entre las tres personas de la Deidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo; tres personas y un solo Dios verdadero, pues nuestro Señor Jesucristo es una prueba irrefutable de que siendo hombre se puede vivir en sujeción al Padre y en el poder del Espíritu.
En conclusión, podemos afirmar que estamos en la senda de la vida espiritual, cuando permitimos que el Espíritu gobierne el alma en primera instancia, ya que en ella está la voluntad y las emociones, y al gozar de libre albedrio, decide el camino que recorre el cuerpo. Vivir espiritualmente es obedecer a la voz del Espíritu Santo, 1 de tesalonicenses 5 refuerza esta idea al expresar: “Que el Dios de paz nos haga santos en todos los aspectos, y que todo su espíritu, alma y cuerpo se mantenga sin culpa”, 1de Juan 5 lo pone en estas palabras: “En esto consiste el amor a Dios: en que obedezcamos sus mandamientos”; de tal manera que para estar vivos en todos los aspectos, debemos ser renovados de las practicas carnales a las espirituales, por medio de hábitos que conecten el alma con el espíritu, tales como la oración, lectura de la Palabra y el servicio inspirado en Jesús.
Finalmente, les comparto que poner esta relación tripartita de: espíritu, alma y cuerpo en términos terrenales para comprensión, pienso en un avión comercial en pleno vuelo; uno donde la torre de control vendría siendo el espíritu, el piloto el alma y el avión como tal el cuerpo; un avión vuela seguro siguiendo una ruta trazada por la torre de control, es esta la que conoce las coordenadas correctas que indican al piloto el trayecto más seguro, uno que aleje el artefacto de tormentas, de un cruce aéreo con otro avión entre muchos otros asuntos catastróficos, ahora, se imaginan qué pasaría con los pasajeros si escuchamos al piloto anunciar por los parlantes que perdimos comunicación con la torre de control, caos total, pasaríamos de volar seguros a volar a la deriva, estando en gran riesgo de una colisión fatal. Que el Señor nos guarde de ignorar las coordenadas de la perfecta torre de control que es el Espíritu Santo, para que siendo pilotos sabios y astutos lleguemos al destino irreprensibles.
Devocionales Refúgiate en su Palabra
Casa de Refugio FJCG
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