¿Qué haré con Jesús?

¿Qué haré con Jesús?

Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero Jesús no le respondió ni una palabra, de tal manera que el gobernador estaba muy asombrado… Pilato les preguntó: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea Crucificado!” (Mateo 27: 13, 22 RVR95)

En nuestro andar por esta vida nos encontramos con muchas personas en el camino, algunas pasan desapercibidas y otras llegan para quedarse, el punto está en, cuan realmente puedo ser consciente del valor de cada persona que cruza por mi camino, si puedo ser lo suficientemente sensible para aceptar a cada uno así como viene y darme la oportunidad de conocerle, sin ver en el otro un beneficio, sino de manera incondicional aceptarlo o dejarlo entrar en mi vida sólo por el valor que tiene como persona.

¿Qué, pues, haré de Jesús? Es una pregunta que cada ser humano en esta tierra se hará en algún momento, pero ¿todos respondemos de la misma forma? Muchos conocen el símbolo de la cruz, y quizá muchos estén cerca de la cruz, pero lejos de Jesús. ¿Realmente pueden existir personas que se resistan a reconocer a Jesús? Hoy viernes santo, quisiera reflexionar frente a tres actitudes de tres distintas personas frente a Jesús y la Cruz.

La Indecisión. El gobernador Poncio Pilatos, quizá tuvo que juzgar a muchos hombres en su vida, estaba acostumbrado a ver pasar malhechores y dictar una sentencia, pero en esta oportunidad fue diferente, el Hijo de Dios estaba ahí, a su lado, su silencio ante las acusaciones y los gritos de una multitud enardecida lo impactaron, este hombre no era como los otros, este hombre era inocente, no encontraba nada malo en él, tuvo el poder de liberarlo, entraba y salía haciéndose la misma pregunta, ¿qué hago con este Jesús? Sin embargo, la voz de la multitud ¡crucifícale! fue más fuerte en su mente, al lavarse las manos Pilatos escogió, estuvo tan cerca de la cruz, pero tan lejos de Jesús. La indecisión nos hace vulnerables a la voz de la multitud y sordos a la voz de Dios, nos arrastra lo más lejos de Jesús.

el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.” (Santiago 1:6)

La Indiferencia. Los soldados romanos que custodiaban a Jesús debajo de la cruz, fueron tan indiferentes ante el evento más extraordinario y poderoso de toda la historia, que estaban jugando a los dados o a las cartas, repartiéndose las pertenencias de Jesús, tenían al Salvador del mundo a su lado, sufriendo por ellos, diciéndole al Padre: perdónalos porque no saben lo que hacen, pero ellos sólo estaban pensando en qué prenda cogerían como botín. tan cerca de la cruz y tan lejos de Cristo. Quizá pensemos que estamos lejos de esto, pero no es así, vamos y venimos jugando a hacer nuestra vida, estamos tan ocupados en nuestras metas, en prosperar, en no cambiar, aun en nuestro propio dolor y somos tan indiferentes a lo que realmente significa aquel que estuvo en la Cruz y Resucitó. 

Reconociendo al Hijo de Dios. El malhechor, sin duda era un hombre que estaba padeciendo dolor, escuchó las burlas que lanzaban contra Jesús, vio cómo los soldados le pasaban vinagre en lugar de agua, cómo jugaban a sus pies, escuchó la conversación de Jesús con el Padre y se concentró en El, en Jesús. Él no era inocente, fue juzgado porque era culpable, pero este hombre se ocupó en reconocer su verdadera condición ante el Hijo de Dios, consciente de su situación como pecador, consciente de la obra maravillosa a su lado. No lo salvaron sus palabras, sino RECONOCERLE. Necesitamos una verdadera revelación de la cruz, de esto depende nuestra vida. Dios le dio valor al delincuente porque le reconoció, su galardón lo recibió ese mismo día, se fue con El al paraíso, él estuvo más cerca de Jesús que ninguno.

¿Qué, pues, harás con Jesús hoy? Es tiempo de RECONOCERLE, estamos aquí no por una cruz, sino por aquel que venció la muerte y resucitó.

2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)

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