Que no se Quebrante el Pacto
2 Crónicas 7: 12-16 RVR1960: “Y apareció Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio. 13 Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; 14 si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. 15 Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar; 16 porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre.”
 
Aunque en el pasaje se refiere específicamente al pueblo de Israel, podemos decir que hoy por hoy, este mensaje es para nosotros, la iglesia de Cristo. Un claro llamado a la verdadera humildad de una nación entera. Este pasaje encierra una de las promesas más bellas que Dios ha dado a su pueblo … “estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar; 16 porque ahora he elegido y santificado esta casa.” (v.15)
 
Durante la época de la pandemia este fue uno de los pasajes que más se podía leer y estudiar como respuesta a la necesidad urgente de salvación y sanidad que clamaba, no solo Colombia, si no el resto del planeta. Esta es la invitación de Dios a entrar en comunión con Él y postrarnos ante su presencia, condiciones que al cumplirse, Dios traería sanidad y perdón de los pecados.
 
Aquella fue una época muy difícil en la que muchos encontraron en Jesús su refugio ideal, desde la comodidad de sus casas. Fueron levantados altares en los hogares y realmente pudimos ser testigos de lo bueno que fue el Señor con nosotros, los colombianos, pero la pandemia cesó y con ella, el anhelo de muchos de postrarse ante Dios se diluyó.
 
Cuando el profeta habla de su pueblo, no solamente invoca la responsabilidad del dirigente de buscar de Dios, en una condición para todo el pueblo, sin excepción. Ahora, lo que estamos atravesando en nuestra nación, es desde lejos una de las peores crisis estatales de nuestra historia, un caos estatal que nunca imaginamos vivir en nuestros tiempos, pero recordemos que el pasaje nos plantea una de las condiciones de Dios para traer sanidad, paz y salvación: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”.
 
Si bien, no tenemos un líder que busque de la presencia de Dios, si somos el pueblo de Dios que tiene la obligación de postrarse, clamar y buscar sin cesar a nuestro Dios, el poderoso de Israel, el poderoso de Colombia y de todas las naciones.
 
Vivimos una era en la que el pueblo de Dios se ha enfriado y crisis como la que atravesamos requiere de un pueblo comprometido con la causa de la nación, de las familias, de nuestras generaciones y por supuesto, de la iglesia de Cristo, que está llamada a un despertar de manera contundente para que no se quebrante el pacto.
 
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (DS)

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