“Muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, recién salido el sol. Pero decían entre sí: —¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, aunque era muy grande.” (Marcos 16:2-4 RVR95)
Este relato nos habla de la evidencia del acontecimiento más importante de la fe cristiana, el pilar y estandarte de todo cuanto somos y creemos: la resurrección de Jesucristo. Fueron tres mujeres las primeras privilegiadas en ser testigos del cumplimiento de las profecías que durante generaciones pregonaron los profetas y fueron reafirmadas por Jesús durante su ministerio.
Mientras releía este pasaje, pensaba en cada oportunidad que nos acercamos a la presencia de Dios con preconceptos, prejuicios o conclusiones a priori frente a las circunstancias o la respuesta que estamos buscando. Estamos como las mujeres de este relato y como se dice coloquialmente, con el “pero” por delante, anticipándonos a algo que ya de antemano, en su soberanía, Dios tiene bajo control.
Así, muchas veces nos anticipamos a lo que va a suceder, pero no pasa ni un 10% de lo que pensamos. Aunque tenemos la mejor disposición, como estas devotas mujeres que, recién salido el sol, ya estaban listas para cumplir su objetivo de ungir el cuerpo de Jesús. Nosotros, nos acercamos muy de mañana, tenemos el objetivo de encontrarnos y hablar con el Señor, expresarle nuestros sentimientos y dejarle nuestras cargas, acudimos a las convocatorias de oración, no faltamos a las reuniones y tenemos toda la disposición, pero hay una piedra, de gran tamaño, que se interpone entre nuestra fe y la respuesta, entre nuestra fe y el deseo de cumplir con el propósito de Dios.
Las mujeres pensaron en todo menos en las promesas de resurrección porque no esperaban ver una tumba vacía. Ellas olvidaron algo fundamental, la palabra que ya habían escuchado, Jesús mismo habló de su resurrección. Así como ellas, nosotros olvidamos lo fundamental y son sus promesas a través de la palabra, es sólo hasta que el Espíritu Santo nos recuerda que en algún momento Dios si nos habló. Es momento de ir a la palabra y recordar lo que Dios nos ha hablado para orar conforme a lo que nos ha dicho porque Su palabra es verdad, en él no hay sombra de variación, si él lo dijo, así será, mi tarea es creerle.
Las mujeres se dejaron llevar por las circunstancias. Es de entender, creo que a nosotros nos hubiera pasado exactamente lo mismo, pensamos primero en la piedra que se interpone antes de creer que, aunque exista, Dios es suficiente para quitarla. Hay una palabra para nosotros hoy: LA PIEDRA YA FUE QUITADA.
El Padre ya quitó la piedra para que podamos caminar con libertad hacia su propósito, “aunque era muy grande” la piedra fue quitada para que ellas fueran testigos. Dios ya quitó la piedra que nos impedía ser testigos del alcance de Su poder, que traspasó la muerte para que hoy vivamos.
Tiempo de Hablar con Dios: Bendito Salvador, hoy recibo esta palabra y creo que has quitado la enorme piedra que me impedía ser testigo de tu poder, perdóname por olvidar tus promesas, por dejarme llevar por las circunstancias y poner peros a nuestra relación y a tu propósito conmigo. Espíritu Santo, guarda como un sello en mi corazón tus promesas, en el nombre de Jesús, amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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