Desde el libro del Génesis hasta el Apocalipsis Dios ha querido enseñar al hombre que la función de Satanás sobre la tierra es engañarlo porque es el padre de toda mentira. Pareciera una lección de discipulado básico ¿verdad?, en parte lo es, pero así como fácilmente olvidamos lo que nos enseñaron en la primaria, así también las lecciones más elementales de la vida cristiana, por eso necesitamos ser sacudidos con fuerza para reaccionar y volver a lo fundamental, veamos:
Génesis 3:9 al 11 nos dice lo siguiente: “Mas Jehová Dios llamó al hombre y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses?”.
Una de las cosas que podemos observar en este pasaje es la responsabilidad personal del pecado. Adán y Eva oyeron que Dios paseaba por el huerto, su culpa motivó sus actos que sólo exponían más su pecado y la influencia de quien los hizo caer, pues la mentira es la primera opción para ocultar lo que habían hecho. Aunque la caída se dio por una serie de sucesos que los involucraron a ambos, Dios llama directamente al hombre para pedirle cuentas por su pecado. Satanás estaba haciendo su trabajo, sólo esperaba su juicio por hacer caer al hombre.
Tres palabras en las que necesitamos meditar: “¿quién te enseño?”. Mientras más lejos estamos de la intimidad con Dios, más vulnerables somos a escuchar y atender el consejo extraño que, aunque parece bueno, como parecía el fruto del árbol en el huerto, está llevándonos a quebrar nuestra comunión con el Señor y sembrando en nuestro corazón la mentira. El engañador utiliza todas sus legiones para trabajar a nuestro alrededor y poder sembrar en nuestra mente sus consignas para nuestra vida, el es experto en hacer parecer el pecado como algo bueno.
Hoy necesitas identificar las falsas consignas en tu vida y reemplazarlas por la verdad de la palabra de Dios. Cuando aprendes a usar las armas que Dios te ha dado en Su palabra a tu favor puedas transformar tu mente y tu realidad, trayendo la gloria de Dios sobre cualquier situación, por más imposible que parezca.
Finalmente, necesitamos meditar ¿qué y quién nos está enseñando?, porque por bueno, agradable y satisfactorio que parezca, si no tiene fundamento en la Palabra de Dios puede estar contaminando nuestra mente y creando una brecha para sembrar dudas y fortalecer sólo la sabiduría humana, de tal forma que demos un fruto diferente al que por Su Espíritu deberíamos estar dando.
“El que da vida eterna es el Espíritu de Dios; ninguna persona puede dar esa vida. Las palabras que les he dicho vienen del Espíritu que da esa vida.” (Juan 6:63 TLA)
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (KMR)
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