Entre los árboles con la raíz más extensa del mundo se encuentran los Árboles Pastores, esta clase de árboles crece en las zonas secas del sur de África, sus raíces más profundas son de 68mts y se descubrieron en el desierto del Kalahari mientras realizaban la perforación de un pozo.
Pocas veces nos detenemos a pensar en el proceso que se requiere bajo tierra para que podamos admirar la belleza de un árbol. En la superficie es fácil ver cómo es su desarrollo, sus frutos y frondosidad, es algo para admirar, pero para ser testigos de esto fue necesario que primero se llevara a cabo un proceso de germinación de una semilla bajo la tierra, en el que es necesario que la planta invierta tiempo y una gran cantidad de energía para desarrollar raíces, estas son las que se aferran a la tierra en búsqueda de agua y nutrientes para fortalecerse y servir como base, dicha base es determinante para su supervivencia.
“Entonces Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes” (Efesios 3:17 NTV)
Finalmente, el apóstol Pablo nos lleva a una conclusión: Cristo habita en nuestro corazón de acuerdo a la medida de confianza que depositamos en él, en Su amor es que las raíces de nuestra vida cristiana se hacen profundas, de tal manera que nos mantienen fuertes. Y aquí tenemos nuestro componente final e importante, la cereza de nuestro pastel espiritual de la semana: El Amor.
El plan de salvación del mundo nació en el amor de Dios por la humanidad pues “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16), así es que nuestro verdadero conocimiento de Dios y de su fortaleza está en cuanto experimentamos Su amor en nosotros y a través de nosotros. La cruz, una relación de amor vertical, que desciende del cielo, nos transforma desde el interior y pasa a ser horizontal porque de lo que hemos recibido de eso damos a otros y nuestra vida y obras deben ser un reflejo de la interiorización de la cruz en nosotros.
Es decir, tomando literalmente la imagen de la cruz: Vertical; Dios te ama y te salva, te transforma; por tanto, debes amarle con todo tu corazón (Deuteronomio 6:5). Horizontal; de lo que has recibido das, ese amor debe fluir pues de esta forma sabrán que somos sus discípulos (Juan 13:35), así que haz con los demás como quieres que hagan contigo (Lucas 6:31), la regla de oro de las enseñanzas de Jesús, que viene de resignificar el mandamiento de Ama a Dios y ama a tu prójimo como a ti mismo (Marcos 12:31).
Así como los árboles pastores viven en zonas desérticas, nosotros somos llevados al desierto para hacer crecer nuestras raíces en el amor de Dios. Nuestras raíces tienen esa lucha por extenderse, llegar cada vez más profundo para encontrar lo que necesitan para hacerse fuertes y sobrevivir en un clima árido y caluroso, el amor de Dios. Y es la experiencia viva de su amor la que nos lleva a tener conductas de amor.
¡Ánimo, puede que no veas el fruto que esperas en este tiempo de desierto, pero tus raíces si están creciendo!
Tu relación con Dios y tu confianza se hacen más fuertes. No te encuentras en el desierto para morir sino para ser transformado y para que tus raíces sean tan profundas que te mantengan fuerte en todo tiempo porque es imposible ejercer una verdadera fe sin amor.
Devocionales Refúgiate en su Palabra – Casa de Refugio KMR
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