Este salmo de David es un lamento del Rey por su pecado luego de tomar a Betsabé, la esposa del soldado de su ejército, uno de los llamados Valientes de David. Y no conforme con haberla hecho su mujer, luego lo envió al frente de batalla para que fuese muerto.
Fuerte verdad, pero David es confrontado por el profeta Natán y esto lo lleva al reconocimiento de su pecado, a postrarse en arrepentimiento delante del Padre sin reservas. Le hizo conocer a Dios en lo íntimo, su pecado y su arrepentimiento. Este reconocimiento desgarrador del rey David en este salmo me conmueve en lo más profundo de mi ser y me muestra el amor redentor de Dios ante el reconocimiento y arrepentimiento genuino y su majestuosa asistencia, cuando dice: “y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.”
Tengo como lema en mi vida cada día procurar reconocer delante del Señor mis pecados, pido perdón por el que es visible y aun por aquel que me es oculto de mi conciencia; pido al Espíritu Santo me muestre siempre mi condición, estoy presta a mis autoridades espirituales para rendir cuentas y recibir el concejo y el oportuno socorro, no me da pena hacerlo, porque he aprendido que reconocer mis pecados es ser verdaderamente libre de ellos, reconozco mi naturaleza pecaminosa, no me excuso en ella jamás, por el contrario es mi espejo para que nunca se me olvide que necesito del amor redentor de Dios diariamente.
Por eso hoy quiero que oremos, Padre de la gloria eternamente agradecida contigo por tu asistencia diaria, por tu gracia sobre mi vida, por limpiarme cada día y regalarme todas las mañana tu misericordia y no olvidarme nunca de dónde me sacaste de las tinieblas a tu luz admirable, me has traído a libertad para amarte y glorificar tu Santo Nombre con mi vida.
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (EA)
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