Reconocimiento y Arrepentimiento, Llaves para la Libertad
Salmos 51:1-6 RVR 1960: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.”
 
Este salmo de David es un lamento del Rey por su pecado luego de tomar a Betsabé, la esposa del soldado de su ejército, uno de los llamados Valientes de David. Y no conforme con haberla hecho su mujer, luego lo envió al frente de batalla para que fuese muerto.
 
Fuerte verdad, pero David es confrontado por el profeta Natán y esto lo lleva al reconocimiento de su pecado, a postrarse en arrepentimiento delante del Padre sin reservas. Le hizo conocer a Dios en lo íntimo, su pecado y su arrepentimiento. Este reconocimiento desgarrador del rey David en este salmo me conmueve en lo más profundo de mi ser y me muestra el amor redentor de Dios ante el reconocimiento y arrepentimiento genuino y su majestuosa asistencia, cuando dice: “y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.”
 
Tengo como lema en mi vida cada día procurar reconocer delante del Señor mis pecados, pido perdón por el que es visible y aun por aquel que me es oculto de mi conciencia; pido al Espíritu Santo me muestre siempre mi condición, estoy presta a mis autoridades espirituales para rendir cuentas y recibir el  concejo y el oportuno socorro, no me da pena hacerlo, porque he aprendido que reconocer mis pecados es ser verdaderamente libre de ellos, reconozco mi naturaleza pecaminosa, no me excuso en ella jamás, por el contrario  es mi espejo para que  nunca se me olvide  que necesito del amor redentor de Dios diariamente.
 
Por eso hoy quiero que oremos, Padre de la gloria eternamente agradecida contigo por tu asistencia diaria, por tu gracia sobre mi vida, por limpiarme cada día y regalarme todas las mañana tu misericordia y no olvidarme nunca de dónde me sacaste de las tinieblas a tu luz admirable, me has traído a libertad para amarte y glorificar tu Santo Nombre con mi vida.
 
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (EA)

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