Juan 4:39-42 RV1960: “Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo.”
Este pasaje hace referencia al final de la historia conocida de Jesús y la mujer samaritana, la cual está en los versículos previos, en donde Jesús, cansado del camino, a medio día, le pide agua a una mujer samaritana, cosa curiosa porque judíos y samaritanos no se trataban en aquella época, los judíos los consideraban impuros, y adicional a este hecho, aquella mujer no era de muy buena reputación, seis maridos en su haber y el hecho de ir por el agua en un horario en el que no se solía hacer, muestra señales de que ella no estaba muy interesada que la vieran en público.
Sin embargo, Jesús le ofrece el agua de vida, le declara que es el Mesías, y que El Señor está buscando verdaderos adoradores. Aquí vemos cómo se rompen los prejuicios, no tengo que ser de tal país, o pertenecer a un grupo étnico tal o pertenecer a una denominación, sino sencillamente adorar al Señor con disposición, porque Él está buscando adoradores que lo hagan en espíritu y en verdad.
Esta mujer entendió ese principio y vemos en el extracto del pasaje de este escrito, que aquella mujer testificó de lo que Jesús le habló, y así empezó a hacer la voluntad de Dios, a predicar las buenas nuevas de que el Mesías había llegado, y este pueblo, al que los expertos consideraban como pueblo de poca monta, fue el pueblo que no sólo le abrió los brazos a Jesús, sino que le pidió que se quedara más tiempo, pero todo empezó por una mujer que tenía un presente vergonzoso, pero Jesús le devolvió la esperanza, la certeza de que sí hay una alternativa a una vida perdida, que si hay un salvador, y ella pasó de ser la mujer que buscó el amor en relaciones equivocadas, la despreciada, a ser un instrumento poderoso de Dios, una evangelista, que anunció la entrada del Salvador a su pueblo y al final muchos fueron salvos, porque muchos creyeron en Jesús.
El mismo Jesús que le devolvió la esperanza a la samaritana, la restauró y la hizo instrumento útil, es el mismo Jesús que aún restaura vidas, las salva, y les enseña su verdadero propósito. Hay esperanza, y vida en Jesús, y tenemos el acceso directo de adorarlo, no necesitamos un estatus especial, solamente creer y disponernos.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (JENM)
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