Resignificando un Mal Momento

Isaías 40:13-14 NTV: “¿Quién puede dar consejos al Espíritu del SEÑOR? ¿Quién sabe lo suficiente para aconsejarlo o instruirlo? ¿Acaso el SEÑOR alguna vez ha necesitado el consejo de alguien? ¿Necesita que se le instruya sobre lo que es bueno? ¿Le enseño alguien al SEÑOR lo que es correcto, o le mostró la senda de la justicia?”

Recientemente estuve reflexionando sobre la frustración. ¿Por qué nos frustramos y basados en qué esperamos algo en este mundo? Entendí que, el hecho de llamar a lo malo bueno y a lo bueno malo, viene de hace muchos más años de lo que imaginamos, cuando alguien decidió hacernos creer que la puerta que se cerró era la que esperábamos entonces, sin tener idea sobre la vida o el futuro, afirmaba que, simplemente “nos había ido mal”. Igual pasa con las personas que no nos aportan paz ni bienestar y son temporales en nuestra vida, y ni qué decir de aquellas situaciones difíciles que, nos hacen fuertes y maduros. A todo eso lo denominamos como “una mala racha”.

Partimos de una base errónea, en la cual no necesitamos ser transformados o a lo sumo un poco, pero desde una playa paradisiaca y rodeados de comodidades, lejos de pensar en la necesidad de ser perfeccionados porque la madurez simplemente llega con los años, como algo que sólo la experiencia puede dar.

Cuando tenemos una vida que no llena nuestras expectativas, empezamos a mirar a Dios como el causante de que tengamos menos de lo que “nos merecemos”, casi que dudamos de su amor. Si pasan los años y no nos hemos casado, o siendo adultos no tenemos el trabajo o desarrollo profesional esperado. Bajo esta premisa, el apóstol Pablo pensaría que Dios no lo amaba, prácticamente vivió para sufrir por causa del evangelio; padeció la intriga, el maltrato, la ingratitud, la traición y la maldad, solo por llevar la palabra de Dios a donde iba, sin ninguna expectativa más que su propagación y la ganancia de las almas para el Señor a través de su misión, pero su mirada estaba centrada en lo realmente importante. Efesios 4:13 NTV dice claramente: “Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo”.

En las escrituras encontramos que muchos de los hombres que hoy estudiamos, cuya vida fue transformada por Dios para su gloria, y que lograron traspasar las generaciones con sus historias de vida, no tenían como objetivo vivir bajo los estándares del mundo y jamás catalogaban sus expectativas no cumplidas como una mala racha. Eran personas como tú y como yo, pero conscientes de que el capitán y dueño de su vida era Cristo y para Él debían vivir.

1ra de Pedro 5:10 RVR1960 nos dice: “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”.

Es hora de agradecer al que, como dice su palabra, TODO LO SABE, por tanto, permite lo que nos pasa y nos ama. Estas verdades nos ayudan a entender el porqué de las pruebas. En Romanos 8:28 RVR1960 Pablo afirma: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan para bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

Recordemos que los estándares del mundo no nos miden ni deben crear falsas expectativas en nosotros, eso sólo hace que nuestra fe se debilite. Nuestra identidad está en Cristo, lejos de buscar sólo lo material y social para entonces perder nuestra alma.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (GVO)

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