¡Yo quiero hacer tu voluntad Señor! Esa es la oración que muchos hacemos casi a diario, pero ¿qué estamos dispuestos a hacer para que sea una realidad? Quizás pensemos que un toque espiritual “mágico” nos va a alinear con la voluntad de Dios, pero la verdad es que en la práctica, para ser transformados de tal forma que entremos en la senda de la voluntad de Dios, el primer paso para que esta oración sea respondida nos corresponde a nosotros, si y ¿cuál es?, pues necesitamos morir a algo que realmente nos gusta a todos, TENER LA RAZÓN.
La palabra de Dios siempre nos reta. A través de pequeños cambios podemos empezar el camino para ser transformados por medio de un proceso muy práctico y personal: renovar el entendimiento, lo que significa cambiar nuestra forma de pensar. Eso quiere decir que, ¿la forma en la que pienso no es la correcta? Si, la forma en la que pensamos esta influenciada por el sistema en el que vivimos, y este está gobernado por Satanás (Juan 12:31); es decir, todo lo que nos rodea, lo que vemos en noticias, programas, farándula, películas, la música, los modelos sociales, la educación, la internet y TODO lo que nos rodea, está bajo su dominio, por tanto, ¿qué te hace pensar que lo que tienes en tu mente será excluido de este sistema?
Por esto, la palabra de Dios nos dice claramente que debemos hacer algo al respecto, TODOS necesitamos cambiar nuestra forma de pensar. Veamos, el apóstol Pablo nos dice en la epístola a los Romanos versículo 2 del capítulo 12: “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.” (NVI)
No se trata de acomodar lo que ya piensas o crees a los principios de la biblia, se trata de renunciar y reconocer que lo que has pensado toda tu vida esta permeado por el gobierno de las tinieblas, por eso es necesario meditar y pedirle al Espíritu Santo que nos ayude en el propósito de morir a lo que pensamos durante toda la vida y que nos aleja de encontrarnos con la voluntad de Dios. Estamos acostumbrados a decir, así soy, así me educaron mis padres, pero la verdad es que esa “forma de pensar” crea un abismo para que tu oración sea respondida y entiendas que lo bueno, agradable y perfecto en la vida, está lejos de tus parámetros o tu visión de la vida.
¿Quieres ejemplos? Te daré algunas frases cotidianas para que medites: el sexo es lícito siempre y cuando exista amor; ojo por ojo, diente por diente; un clavo saca otro clavo; yo hago con mi dinero lo que yo quiera; el respeto se gana; primero muerta que sencilla; el fin justifica los medios; la felicidad consiste en hacer lo que quieres, no me arrepiento de nada en la vida; todos somos hijos de Dios; tengo un ángel en el cielo que me cuida; caras vemos corazones no sabemos, etc., etc. Todo lo que encierran estas frases, está en desacuerdo con la palabra de Dios.
“Dejen que Dios los transforme”, dice Pablo. La transformación a la que somos llamados nos motiva a romper el molde de lo tradicional, a enfrentar todas “nuestras verdades” arraigadas en nuestra forma de pensar y contrastarlas con los principios del reino de Dios, para cada una Dios tiene una amorosa y poderosa respuesta. Cuando estamos dispuestos a cambiar nuestra manera de pensar, nuestra mente está abierta para contrastar la palabra de Dios en todos los aspectos de la vida, y apuntar a hacerla real en nosotros como respuesta al sistema que nos plantea este mundo, lo logramos porque es Dios quien nos ayuda en el proceso, si nos disponemos seremos realmente transformados, sucederá una metamorfosis en nosotros.
Entonces, ¿realmente reconozco que algo en mi debe ser transformado? ¿estoy dispuesto a renovar mi forma de pensar con los principios del reino de Dios? ¿qué necesito reconocer en mi forma de pensar que está completamente controlado por el sistema de este mundo? No puedo avanzar y conquistar si no estoy dispuesto a renovar mi entendimiento por medio de la transformación que Cristo y el Espíritu Santo pueden hacer en mí, en mi intelecto, en mis hábitos. Recuerda, lo que aprendemos en la presencia de Dios, no lo aprenderemos en la presencia de hombres, la escasez espiritual sólo traerá ruina para toda mi vida.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (KMR)
Leave a Reply