El Reinado de Acaz, 2 Reyes 16:1-4 RVR95: “En el año diecisiete de Peka hijo de Remalías comenzó a reinar Acaz hijo de Jotam, rey de Judá. Cuando comenzó a reinar Acaz tenía veinte años, y reinó en Jerusalén dieciséis años, pero no hizo lo recto ante los ojos de Jehová, su Dios, como su padre David, sino que anduvo en el camino de los reyes de Israel, y aun hizo pasar por fuego a su hijo, según las prácticas abominables de las naciones que Jehová echó de delante de los hijos de Israel. Asimismo sacrificó y quemó incienso en los lugares altos, sobre los collados y debajo de todo árbol frondoso.”
El Reinado de Ezequías, 2 Reyes 18:1-8 RVR95: “En el tercer año de Oseas hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías hijo de Acaz, rey de Judá. Cuando comenzó a reinar tenía veinticinco años, y reinó en Jerusalén veintinueve años. El nombre de su madre fue Abi hija de Zacarías. Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David, su padre. Quitó los lugares altos, quebró las imágenes, rompió los símbolos de Asera e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces los hijos de Israel le quemaban incienso; y la llamó Nehustán. En Jehová, Dios de Israel, puso su esperanza. Entre todos los reyes de Judá no hubo otro como él, antes ni después, pues siguió a Jehová y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. Jehová estaba con él, y adondequiera que salía, prosperaba. Ezequías se rebeló contra el rey de Asiria y no lo sirvió. También derrotó a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las torres de las atalayas hasta la ciudad fortificada.”
En estos pasajes podemos ver el contraste entre dos reyes que tuvo Judá, Acaz, quien hizo lo malo ante los ojos de Dios; en lugar de seguir el buen ejemplo del rey David, en cuanto a guardar la adoración a Dios, la obediencia a sus mandamientos y darle honra, siguió las tradiciones de pueblos que en nada agradaban a Dios, porque adoraban a otros dioses y hasta sacrificaban a sus propios hijos para rendir culto a esas falsas deidades.
En contraste con Acaz está su hijo Ezequías, cualquiera hubiera podido pensar que Ezequías seguiría el mal ejemplo de su padre Acaz, de continuar con aquellas tradiciones que en nada glorificaban al Señor, y es lógico pensarlo, ya que Ezequías se crio en medio de ese mal ejemplo.
Hay dichos populares que reflejan la similitud entre padres e hijos y como siguen sus ejemplos, como: “de tal palo, tal astilla” o “hijo de tigre sale pintado”, pero la palabra nos enseña que en cuanto a sus principios morales y espirituales, Ezequías no salió pintado como el tigre de su padre, ni eran de la misma madera, puesto que Ezequías fue un hombre que rescató las buenos hábitos espirituales que ya se habían perdido. Se encargó de deshacerse de todas aquellas cosas que alejaban al pueblo de la presencia de Dios y los llevaba a entregarse a falsos dioses y prácticas abominables. Tan bueno fue su trabajo al respecto que, dice la Biblia, no hubo en Judá un rey como Ezequías. Recibió reconocimiento que aún es mencionado siglos después. Así como Ezequías propuso en su corazón no seguir las malas tradiciones de sus ancestros, ni la de los pueblos vecinos, sino que por el contrario acabó con esas malas tradiciones y retomó el verdadero culto y adoración a Dios, así también, nosotros debemos proponer en nuestros corazones romper con viejas tradiciones, desecharlas, entregarlas a Dios y sustituirlas por el verdadero encuentro con Dios, por las disciplinas espirituales como la oración, la adoración, el ayuno, la lectura bíblica, y de esta manera romperemos esas cadenas para que no destruyan nuestra vida, ni la de nuestra descendencia.
Cuando se entrelazan los eslabones forman cadenas, entonces debemos proponernos, no ser eslabones que sumen a las cadenas que destruyen nuestra vida y la de nuestras generaciones, sino que debemos ser esas potentes pinzas que rompen los eslabones, destruyendo la continuidad de las malas tradiciones, para dejar un legado de libertad en Cristo.
“Juan 8:36 RVR95: “Así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres.”
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (JENM)
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