Primero que todo me gustaría dar un breve significado de la palabra “proverbio”, y es sencillamente una sentencia, frase, palabra, enseñanza breve que se va transmitiendo de generación en generación. Esto lo podemos ver en los adagios, pero sin ir tan lejos, en medio de su palabra, Dios nos ha dejado estas enseñanzas. Dice la palabra en 2 Timoteo 3:16-17 “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”; es decir mi querido hermano, que el Espíritu Santo de Dios, en todo momento estuvo allí dictando cada palabra que debía ser consignada, para perfeccionar a quienes adopten y guarden estas palabras.
Una vez dicho esto, el Señor en medio de este pasaje nos deja 3 grandes enseñanzas:
1. Hijo mío no te apartes de mi enseñanza y guarda mi palabra: El Señor ha venido haciendo hincapié en este tema de guardar su palabra para que seamos perfeccionados como hombres y mujeres de Dios, y seamos preparados para toda buena obra; entonces no tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere porque Jehová será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso.
2. Hijo mío busca la sabiduría que viene de lo alto: Dice la palabra que a Salomón le fue otorgada Sabiduría, porque en su corazón la anhelaba y la pidió a Dios para poder guiar al pueblo de Israel, y también dice que no hubo ni habrá otro sabio como Salomón. Santiago 1:5 nos enseña: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Pidamos a Dios un corazón sabio y entendido, tal y como lo hizo Salomón, porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino, es árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen.
3. Hijo mío ama a tu prójimo y la justicia: Dice la palabra que toda la ley se resume en dos mandamientos Mateo 22:36-40: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Ahora bien, ¿quién es mi prójimo?, es la persona próxima que tengo, no a la que me es fácil amar, sino aquella que me cuesta amar, allí es donde hay mérito y cuando hay amor por nuestro prójimo, no nos negaremos a hacer el bien a quien es debido, cuando tuviéremos el poder para hacerlo.
Amemos la sabiduría que viene de lo alto amada iglesia y heredemos honra como dice su palabra.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (MO)
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