Un hombre tenía un hermoso canario que cantaba muy bien, una vez llegada la primavera, se conmovió de ver al pajarito en una jaula y decidió sacarla y colgarla en un árbol en el jardín que estaba en la parte trasera de su casa. Pronto, la jaula fue rodeada por bandadas de gorriones, y el canario comenzó a imitar el corto chirrido de sus nuevas amistades. Al percatarse de esto, su dueño decidió entrarlo a la casa y ponerlo en su lugar habitual, pero ya era demasiado tarde, aquel canario había perdido su hermoso canto para siempre y ahora sólo hacía chirridos de gorrión.
El libro de Proverbios de la biblia nos dice lo siguiente “El que anda con sabios será sabio, mas el compañero de los necios sufrirá daño.” (Proverbios 13:20 LBLA)
La estructura literaria del libro de proverbios nos deja ver claramente su propósito general y es, obtener sabiduría. Su lectura establece para el lector dos viajes con dos destinos diferentes, estas dos formas de vivir están personificadas como la sabiduría y la insensatez, es decisión del lector, en este caso de nosotros, escoger cuál será nuestro destino para recorrer.
Nuestra lección de hoy es muy sencilla, simplemente nos volvemos como aquellos en cuya compañía andamos y como siempre, en nuestro libre albedrío tenemos la capacidad de escoger entre la sabiduría y la insensatez.
Entonces, aquel que es sabio, ESCOGE, se guarda el derecho de admisión de las personas que lo rodean. La señal para escoger acertadamente deberá ser que son personas que andan sabiamente, recordemos que el principio de la sabiduría es el temor del Señor, entonces aquellos que escogemos para “andar” deberían ser principalmente personas que en su actuar cotidiano, aún en las pequeñas cosas, reflejan su temor al Señor, que en su humanidad llena de errores buscan hacer vida la palabra de Dios porque tienen una relación de intimidad con Él, quien es la fuente directa de toda la sabiduría.
Pero bueno, ¿qué hago con mis amistades de toda la vida luego que conozco del Señor? Por supuesto, la invitación no es a rechazar a todo aquel que no conoce del Señor, en absoluto; la pregunta no es qué hacer con ellos, la cuestión aquí realmente sería, si estoy o tengo que estar rodeado de personas que no conocen al Señor, ¿soy la influencia o el influenciable?
Lo cierto es que, la decisión de “con quién andar” siempre está en cada uno de nosotros, y cada decisión siempre tiene una consecuencia.
Pablo nos dice: “No os dejéis engañar: «Las malas compañías corrompen las buenas costumbres».” (1 Corintios 15:33 LBLA). Aquel canario no volvió a entonar bellas melodías, sólo podía expresar chirridos de gorrión.
Sabiduría o insensatez, ¿cuál camino quieres andar?
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (KMR)
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