Sacrificios vivos para El Padre

Romanos 12: 1- 8 RVR1960: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”.

Es de destacar en este pasaje, que Pablo nos dice: “os ruego hermanos”, y no “os pido”, ya que rogar o suplicar es un término que normalmente usamos como última instancia para lograr algo, lo que nos muestra la importancia de entender sus palabras.

Pablo ruega porque presentemos nuestros cuerpos como sacrificio vivo, y esto nos recuerda que nuestro cuerpo es templo del Espíritu, entonces al presentarlo como un sacrificio, renunciamos a estar bajo los deseos de nuestra carne para someternos al Espíritu de Dios y vivir en santidad para presentarnos ante el Padre. La diferencia de dar a Dios un sacrificio vivo a uno muerto, es que el sacrificio vivo es una decisión en la que nosotros voluntariamente subimos al altar e implica pasar por situaciones dolorosas y sufrimientos para lograr ser transformados para Dios.

Por otro lado, una vida consagrada revela nuestro propósito como hijos de Dios, que es adorarle y servirle con todo nuestro ser, viviendo separados del mundo. Pablo nos llama a adorarle y servirle con nuestra razón más que con nuestras emociones, pues muchas veces éstas dominan nuestra vida evitándonos ver con claridad, pues solo cuando entendemos y razonamos podemos ver que la voluntad de Dios es agradable y perfecta en nuestra vida.

El tener una vida consagrada para Dios, nos permite tener un correcto concepto acerca de nosotros mismos, pensar de nosotros con cordura o sensatez, para entender que todos tenemos un lugar en el cuerpo y que por la gracia de Dios, aunque somos muchos, podemos todos ser útiles para su obra.

Finalmente, como conclusión a las palabras de Pablo, somos llamados a ser sacrificios vivos para Dios, pues su misericordia es razón suficiente para dedicar nuestra vida a servirle y adorarle, esto quiere decir que, no solo debemos ser sensibles a las enseñanzas que escuchamos o leemos, sino sacrificar diariamente nuestra carne buscando su presencia para lograr tener una vida consagrada para Él, pues no solo necesitamos su perfecta voluntad, sino que también hacemos parte del cuerpo de Cristo, su iglesia, y como UNO SÓLO debemos funcionar, por eso necesitamos morir diariamente a nuestra carne, para ver y tratar con amor a nuestro hermanos pues somos “todos miembros los unos de los otros”, porque sólo a través del amor que entre nosotros manifestamos, logramos conquistar el corazón de aquellos que necesitan a Dios.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (MM)

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