“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.” (Mateo 5:13 RVR95)
La sal es un mineral que puede brillar por su ausencia o por su exceso. Aunque en nuestros días se reduce al uso gastronómico, en los tiempos bíblicos la sal tenía tanto valor que se empleaba como moneda, los soldados romanos recibían como parte de su pago una porción de sal, lo que se conocía en el latín como “salarium”, de allí la palabra “salario” en el español.
Bajo esta perspectiva de importancia, Jesús habló de la iglesia, los creyentes como la sal de la tierra. Y ¿qué razones podemos encontrar para esta analogía?
La sal desempeña una labor de conservación, gracias a su composición ayuda a detener los procesos biológicos de envejecimiento, es decir, actúa para prevenir la corrupción. La iglesia debe ayudar a prevenir la corrupción del mundo. La sal era y es aún utilizada para evitar que los alimentos se pierdan. Uno de los mandatos que tenemos como creyentes es evitar que las almas se pierdan: “…id y haced discípulos a todas las naciones…” (Mateo 28:19) y este un llamado personal e intransferible. Pero también debemos actuar como congregación, como equipo de personas, como iglesia, el cuerpo de Cristo, influenciando el mundo con el fruto del Espíritu Santo en cada uno para que podamos evitar que este mundo se corrompa aún más de lo que ya se encuentra, lo que quiere decir que, si estamos plagados de corrupción es porque hemos fallado en nuestra función.
La sal ayuda a mantener el equilibrio de los líquidos en el organismo. La iglesia debe producir sed por Cristo. Sabemos que cuando una comida tiene alta dosis de sal vamos a sentir mucha sed. Nuestro llamado es, para que a través de nuestro testimonio podamos despertar en los demás sed por el conocimiento de Cristo. La solución para los problemas de este mundo no está en ninguna persona, solamente en Cristo, en quien está la salvación y la redención, porque solamente Él es el Camino, la Verdad y la Vida, por eso el mundo necesita conocerle. La única revolución que el mundo necesita es la del amor de Cristo.
La sal es el condimento más utilizado para dar sabor a las comidas, una comida sin sal es una comida insípida. La iglesia ayuda a la humanidad a entender que su propósito está en Jesucristo. Cada uno de nosotros, a través de lo que somos, es decir, nuestras convicciones cimentadas en la palabra de Dios, acompañadas de un testimonio de vida que grite la eficacia de los preceptos divinos y el poder del Espíritu Santo en nosotros a través del fruto y los dones, ayudamos a otros a entender que su verdadero propósito en la vida es Jesucristo, sin él la vida es insípida, sin sentido ni propósito.
Ahora bien, si no estamos sintonizados con estas propiedades que deben estar presentes en nuestra vida como creyentes y como iglesia, NO SERVIMOS PARA NADA. Que fuerte, ¿verdad?, pero son las palabras de Jesús: “No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.” Quizá nos preguntemos, ¿por qué somos el centro de burlas y del rechazo de muchos? ¿dónde estás Dios que no defiendes a tu pueblo? La respuesta es, porque no hemos sido la sal de este mundo, y si no cumplimos con nuestra misión, la advertencia de Jesús a lo que nos sucede nos puede estremecer hasta las entrañas.
Tiempo de hablar con Dios: Amado Rey y Señor, bendecimos tu Nombre y te exaltamos porque eres Dios, Soberano y Fiel. Hoy primeramente queremos pedirte perdón, porque la corrupción de este mundo está desbordada porque hemos fallado en lo que nos encomendaste, porque te fallamos Señor. Te suplicamos que nos perdones y nos ayudes a ser la sal de esta tierra, a mostrar a otros que la solución para la vida está en Tu Hijo, porque el que tiene al Hijo lo tiene todo. Espíritu Santo purifícanos y danos de tu poder para llevar una vida verdaderamente apartada llena de fruto abundante para salvación, que todo lo que somos pueda impactar las almas de otros para que puedan entender que necesitan a Cristo y se rindan a sus pies, como nosotros necesitamos estar cada día. En el nombre de Jesús, amén.
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (KMR)
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