La ansiedad es la preocupación y miedo intensos, excesivos y continuos ante situaciones cotidianas. Los seres humanos viven en constante ansiedad, incluso muchas personas pueden desarrollar una enfermedad mental llamada trastorno de ansiedad que se caracteriza por producir sensaciones de preocupación, ansiedad o miedo, tan fuertes que interfieren con las actividades diarias de quien las padece; como creyentes no escapamos de esa condición.
Lucas 8 nos narra ese momento en el que los discípulos se llenaron de ansiedad, Jesús se encontraba en la barca junto con ellos pero se queda dormido, de repente estalla una tempestad tan fuerte que aterroriza a los discípulos, y se dan cuenta de que pueden morir, mientras sucede todo esto, Jesús sigue durmiendo plácidamente.
En lugar de esperar la reacción de Jesús ante la situación , los discípulos permitieron que la situación dictara sus reacciones. Después de rogarle a Jesús que hiciera algo, Él simplemente calma la tormenta…, pero no sin antes preguntarles: «¿Por qué tienen miedo?» Su amorosa reprensión por su falta de fe no fue porque no creyeran que Jesús podría salvarlos de la tormenta, sino porque lucharon para creer que Él podía verlos a través de ella.
1 Pedro 5:7 LBLA nos dice: “echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros.” En la vida las cosas no siempre van de acuerdo con nuestros planes, pero siempre se van a adherir a los planes del Señor.
Trillia Newbell en su libro, Temor y fe: en busca de la paz que el corazón anhela (Fear and Faith: Finding the Peace Your Heart Craves), describe muy bien la ansiedad del cristiano y cómo enfrentarla con la espada del Espíritu que es la palabra de Dios:
“Cuando el temor al hombre parece mayor que nuestra confianza en Dios o el temor por el futuro abruma nuestros pensamientos, o nuestro temor y las comparaciones nos despojan del gozo, el Señor proclama: No temas, yo estoy contigo… Cuando tus miedos te dicen: «- Que estás solo; Dios susurra: Yo soy tu Dios. – Que tienes que ser fuerte; Dios te dice: Yo te daré la fuerza. – Que caerás y fallarás, que tienes que reunir fuerza para ser todo lo que crees que el Señor desea que tú seas y que debes lograrlo por ti mismo, que no estás a la altura de las circunstancias y nunca lo estarás; Dios te dice: Yo te sostendré con la diestra de mi justicia».”
No tenemos certeza en nuestras circunstancias y situaciones, sino en nuestro Dios, quien nos provee y nos protege. Es fácil concentrarnos en nuestros miedos porque no podemos controlar el futuro. Pero afortunadamente, Jesús sí conoce nuestro futuro y siempre está a nuestro lado, nos llama a vivir por fe, no por vista.
Deuteronomio 31:6-8 LBLA nos invita: “Sed firmes y valientes, no temáis ni os aterroricéis ante ellos, porque el Señor tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará. Entonces llamó Moisés a Josué y le dijo en presencia de todo Israel: Sé firme y valiente, porque tú entrarás con este pueblo en la tierra que el Señor ha jurado a sus padres que les daría, y se la darás en heredad. El Señor irá delante de ti; Él estará contigo, no te dejará ni te desamparará; no temas ni te acobardes.”
Recuerda que este mes tu meta es SANAR, por tanto, echa toda ansiedad y preocupación en Él, porque va contigo, camina contigo y tiene cuidado de ti. Fijar tus ojos en Jesús te lleva a la paz
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (LG)
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