Sanidad en las Heridas del Salvador
Alguna vez han reflexionado en todo lo que vivió Jesús previo a la muerte en la cruz, todo el dolor y sufrimiento que padeció, pero gracias a cada una de esas heridas y transgresiones, nos dio el regaló tan maravilloso de recibir sanidad total y completa, no solo física sino espiritual.
 
Isaías 53:5: «Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestras iniquidades; el castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas hemos sido sanados
 
Se que todos llevamos heridas. Algunas son visibles, otras están ocultas en lo más profundo de nuestro ser. Estas heridas pueden provenir de traumas, decepciones, pecados o sufrimientos. Pero lo primero que debemos hacer cuando llegan a nuestra mente o el sentimiento de culpa se apodera de nosotros es reconocer que “por las heridas de Jesús, hemos sido sanados”. Su sacrificio no solo nos dio el perdón por nuestros pecados, también nos dio restauración y sanidad en todas las áreas de nuestras vidas.
 
Es importante que reconozcamos que para que la sanidad verdadera ocurra debemos rendirnos antes Dios sin máscaras, ni temores o culpa, simplemente debemos abrir nuestro corazón y presentarle nuestras cicatrices y dolores, y es así como permitiremos que Él las transforme en instrumentos de sanidad y liberación. Rendirnos bajo sus pies el primer paso hacia una sanidad completa que solo Él puede brindar.
 
No estamos solos en nuestro viaje hacia la sanidad. Busquemos el apoyo en nuestra comunidad y que puedan acompañarnos en nuestro proceso de sanidad. Que podamos compartir nuestras cargas y nuestras esperanzas, encontrando consuelo y fortaleza unos con otros, y cuando la alcancemos compartamos el regalo de sanidad que hemos recibido, llevando esperanza y consuelo a los que sufren, para que sepan que tampoco están solos, y de esta forma nuestras vidas sean testimonio de su poder para sanar y restaurar.
 
Hoy los invito a que nuestra respuesta a este regalo de sanidad sea una vida de gratitud y testimonio. Demostremos nuestro agradecimiento al vivir nuestra vida transformada por el poder sanador de Jesús, enfrentemos nuestras heridas con valentía y fe, confiando en que en las profundidades de nuestras cicatrices encontramos la sanidad que transforma y libera.
 
Oremos:
Padre misericordioso, te agradecemos por ese regalo tan grande y maravilloso de la sanidad que nos ofreciste a través de la muerte de tu Hijo, Jesús. Ayúdanos a aferrarnos a la verdad de tu Palabra y a confiar en Tu poder sanador en todas las áreas de nuestras vidas. Que ellas puedan ser testimonios vivos de tu amor y gracia restauradora. En el nombre de tú hijo Jesús, quien por sus llagas fuimos sanados. Amén.
 
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (KGD)

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