Se Busca
Ezequiel 37:1 y 11ª LBLA: “La mano del Señor vino sobre mí, y me sacó en el Espíritu del Señor, y me puso en medio del valle que estaba lleno de huesos.” … “entonces Él me dijo: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel…”

A través del profeta Ezequiel, la biblia nos enseña que el Señor busca personas que renuncien a la indiferencia y se paren en la brecha que nos impide conocer lo que él ve y orar para saber lo que espera que hagamos en determinada situación. Ezequiel 22: 30a LBLA: “Busqué entre ellos alguno que levantara un muro y se pusiera en pie en la brecha delante de mí a favor de la tierra…” y el verso uno del pasaje de hoy nos dice: “la mano del Señor vino sobre mí y me sacó.” Esto nos señala que fue la mano de Dios la que sacó al profeta de un lugar para llevarlo a otro (en el espíritu) con un propósito, no fue algo que él voluntariamente hubiera hecho.

Mientras seguía meditando en esto, recordé otro anuncio de “se busca” de parte de Dios, está en el evangelio de Juan 4:23 RVR1960: “más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”.

Seguramente en otro tiempo, al leer este pasaje me centraría en que Dios quiere revivir lo que creo muerto, en que no hay situación por imposible que parezca donde él no pueda traer vida, en efecto así es, porque él es bueno y nos ama, pero basta de estarnos sólo sirviendo de Dios, es tiempo de dar, de darnos, de darle lo mejor desde nuestro interior. Uno de los propósitos que me fijé después de la pandemia fue dejar de buscar a Dios sólo para servirme de él; desde entonces, leo la biblia siempre con algunas preguntas: ¿qué esperas de mí?, ¿qué tengo que cambiar?, ¿qué quieres que yo haga?

Fue Dios quien buscó a Adan y Eva luego de caer, fue Dios quien buscó a Agar cuando huía de sus problemas, fue Dios quien buscó al gran Elías cuando huía de Acab y Jezabel, fue Dios quien buscó a Pablo mientras perseguía a la iglesia. Dios no se cansa de buscarnos, él nos quiere a nosotros para que tengamos nuestra plenitud en él, si tan sólo le buscáramos como él nos busca a nosotros, no nos preocuparíamos por las añadiduras, por ese valle de huevos secos que él puede revivir, por esa respuesta que viene cuando nos disponemos intencionalmente para escuchar su voz.

Es tiempo de centrarnos en decir: ¡yo soy a quien buscas!, ¡yo quiero pararme en esa brecha!, ¡yo quiero ser ese adorador en espíritu y verdad!, aquí estoy, ¡no busques más! Quitemos ese cartel de Dios que dice: se busca y digamos, ¡aquí estoy!

Un gran “se busca” con dos características: intercesor y adorador, una vacante que puede llenar una sola persona, tú y yo. Hay una lista gigante de cosas y personas por las cuales podemos unirnos a la intercesión de Jesús. Hay un Dios Omnipotente, grande en Misericordia que orquestó un plan maestro sellado con amor, que incluía entregar lo más preciado y perfecto, su Hijo, a quien mi vida misma no sería suficiente para adorarle.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KM)

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