“Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina.” (Proverbios 12:18 RVR1960)
El vocablo latino serenĭtas es conocido serenidad. Se trata de la característica de aquel o aquello que está o que es sereno; puede emplearse como adjetivo para calificar a una persona que se encuentra tranquilo o reposado.
Apenas vi esta definición, recordé aquel episodio del apóstol Pedro en el que fue encarcelado por el rey Herodes, puesto en vigilancia de cuatro escuadrones de soldados porque sería luego llevado a juicio público, y cuando llega un ángel del Señor para liberarlo él duerme. ¿Se imaginan esto? Estando encadenado ¡dormía profundamente! (Hechos 12). ¿Podríamos dormir profundamente en unas circunstancias como estas? Pues, nuestro querido apóstol Pedro si lo hizo.
Pero este capítulo de la Biblia, el cual le invito a leer también, nos demuestra que Pedro era un hombre que vivía en la serenidad que el Espíritu Santo le había dado. Una persona serena es una persona pacifica, conserva la calma ante los imprevistos, busca las mejores soluciones ante situaciones de peligro o temor y lo más importante, no se desestabiliza por sus emociones. Este tipo de personas saben mantener la cordura en medio de la dificultad.
“Confía callado en el SEÑOR y espérale con paciencia…” (Salmo 37:7 NBLA)
“Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse.” (Santiago 1:19 NTV)
He estado recapacitando en este valor durante este año, porque definitivamente, es uno de esos valores que como Hijos de Dios necesitamos para sobrevivir ante las situaciones que vivimos en la actualidad. A Pedro no le quitaba el sueño estar en una mazmorra, a nosotros nos quita el sueño cualquier cosa y nos enoja un sin número de situaciones.
Oro a Dios hoy porque seamos un pueblo que viva en la serenidad con la que habito Jesús en la tierra, aquella misma con la que pudo recibir a sus captores en el monte cuando fue arrestado para ir a la cruz. Le ruego que, podamos enfrentar cada situación con la serenidad y la paz que solo el Espíritu Santo nos puede dar; y que el mundo es incapaz de darnos.
En el nombre de Jesús, que es Dios, oro por esto. Amén.
TSR – Casa de Refugio
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