Ruth 4: 14a NTV: “Entonces las mujeres del pueblo le dijeron a Noemí: «¡Alabado sea el SEÑOR, que te ha dado ahora un redentor para tu familia!”
Después de cometer un error es muy fácil perder la pasión por aquello que estamos persiguiendo. Cuando nos fallan en el amor, perdemos la esperanza de tener una relación sentimental. Si cometemos un error en el trabajo empezamos a creer que no vamos a alcanzar nuestras metas. El apóstol Pedro cometió un grave error cuando negó a Jesús, y no lo hizo solo una vez, sino en tres oportunidades donde gritó y maldijo por temor a perder su vida. Sería fácil pensar que este error determinó la vida de Pedro, pero no fue así, nada pudo detenerlo porque logró reenfocarse en el plan que Jesús tenía para él.
Noemí significa dulzura y gozo, en Belén su nombre era su realidad, pero una vez su esposo Elimelec la lleva hacia Moab, su corazón se volvió amargo, anhelando regresar a Belén. No dejemos que las circunstancias determinen nuestras decisiones porque en “nuestro Belén” se mueve Dios. Esta familia vivió las consecuencias de moverse cuando no era su asignación. Si en oración el Señor te ha direccionado a algo, no intentes cambiar de dirección; aunque tus ojos naturales no vean en el momento, debes ser constante para tener éxito, recuerda la promesa, mantén tu asignación y no te muevas.
Nuestras convicciones son probadas en medio de las circunstancias adversas. Es muy fácil perdernos en nuestros pensamientos negativos cuando las cosas no están saliendo como planeamos. Antes de caminar sobre las aguas, Pedro junto con los demás discípulos, en medio de la noche, se asustaron al ver a Jesús venir hacia la barca y lo confundieron con un fantasma. Cuando el apóstol escuchó la voz de su Maestro, recobró la confianza, se bajó de la barca para ir con él, pero se empezó a hundir cuando quitó la mirada de Jesús y se centró en la tormenta. Es muy probable que atravesemos muchas circunstancias adversas durante nuestra vida, pero es en esos momentos, cuando la fe en Cristo nos marca el camino que debemos seguir.
Cada vez que perdamos la dirección de nuestra vida debemos volver a Jesús para que Él nos guíe de nuevo. Isaías 46:9-10 nos dice: “Recuerden las cosas pasadas, aquellas de antaño; yo soy Dios, y no hay ningún otro, yo soy Dios, y no hay nadie igual a mí. Yo anuncio el fin desde el principio; desde los tiempos antiguos, lo que está por venir. Yo digo: Mi propósito se cumplirá, y haré todo lo que deseo.”
Siempre que roguemos al Señor en cualquier circunstancia, por mas amarga que sea, él tiene el poder de restaurar y tomar nuestra amargura y convertirla en dulzura y gozo, así como sucedió con Noemí. Por eso cuida tu asignación, no te muevas del lugar donde Dios te ha posicionado.
1 Pedro 5:6-10 nos dice: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.”
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (LG)
Leave a Reply