Jeremías 15:10-11 LBLA: “¡Ay de mí, madre mía, porque me diste a luz como hombre de contienda y hombre de discordia para toda la tierra! No he prestado ni me han prestado, y todos me maldicen. El Señor dijo: Ciertamente te libraré para bien; ciertamente haré que el enemigo te haga súplica en tiempo de calamidad y en tiempo de angustia.”
Continuando con esta serie, a través de la experiencia del profeta Jeremías, aprenderemos cómo superar nuestras crisis de la mano de Dios para sacar lo precioso de lo vil. Recordemos que, en primer lugar, sólo cuando nos abandonamos en los brazos de Dios en medio de la crisis podemos tener una perspectiva correcta de las cosas, porque Su gracia nos basta para superar las dificultades.
Ahora, sólo cuando vemos las cosas desde arriba, en la perspectiva de Dios, podremos centrarnos en lo que realmente importa. La crisis llevó a Jeremías a centrarse sólo en lo que veía, por eso se estaba quejando de su soledad. Como consecuencia del contenido de su mensaje, él era un hombre rechazado por todos, dice: “No he prestado ni me han prestado, y todos me maldicen”, más adelante dice: “A causa de tu mano, solitario me senté, porque de indignación me llenaste…” El profeta está reclamando a Dios por la desesperanza de la situación de la nación y el peso de su servicio que lo llevó a sufrir una profunda soledad, persecución y mucho rechazo.
El cuestionamiento que debemos hacernos es: ¿mi estabilidad emocional y espiritual está centrada en lo que veo?, si es así, fácilmente puedo caer en la queja, porque durante las crisis no vemos lo que queremos o lo que necesitamos ver, todo a nuestro alrededor parece en caos. En estas circunstancias el tiempo pasa lentamente, queremos ver resultados inmediatos y es entendible porque nos estamos esforzando, hemos sido fieles, perseverantes en lo que Dios nos ha dado, pero no podemos dejarnos llevar por la crisis, necesitamos tener fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, aunque no podamos verlo Dios está obrando. No debo preocuparme por el resultado, debo ocuparme en el Príncipe de Paz para ver lo que sí está sucediendo porque la providencia de Dios no se detiene.
Si no nos centramos en alimentar nuestra fe en la presencia de Dios nos quedaremos atascados en la crisis, porque si no tenemos la perspectiva correcta, no podremos ver hacia dónde podemos avanzar y el miedo nos va a detener. En el verso 11 Dios responde a la oración de Jeremías, pero 4 versículos más tarde el persiste en su queja y llega a reprochar a Dios. Cuando nos dejamos llevar por la crisis y nos atascamos en ella, nuestra oración, aunque respondida, no se centra en el problema que tenemos de raíz. Podemos recibir la respuesta de Dios a la oración que estamos haciendo, él es fiel y responde, PERO esa oración está lejos del problema real, hay algo más de fondo que no hemos tratado, por eso seguimos en la misma crisis. Es necesario ir a la raíz y con la ayuda del Espíritu Santo, podremos ver el verdadero problema, sólo su guía nos enseña pues es posible que tengamos en nuestra mano la solución para abrir la puerta de la victoria, basta con tomar las llaves del perdón para empezar a abrir las puertas.
Colosenses 3:2-3 NTV: “Piensen en las cosas del cielo, no en las cosas de la tierra. Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios.”
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (KMR)
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