Hechos 6:1-10 RVR1960 En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos. Y crecía la palabra del Señor, y el número de discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe. Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.
Este maravilloso pasaje nos plantea un problema al interior de la iglesia primitiva, a causa de la falta de atención a las viudas de la congregación. Se menciona, además, que había murmuraciones entre los griegos puesto que consideraban este problema una gran falta de los discípulos, pero como toda murmuración, siempre carente de buena intención, estos comentarios inoficiosos intentaban traer conflicto y división entre los creyentes.
Ante esto, se hizo más evidente la necesidad de ayuda idónea para redistribuir la responsabilidad de las actividades propias del funcionamiento de la iglesia.
Recordemos que esta era una iglesia que había crecido en un número importante rápidamente, y ante tal crecimiento, los discípulos ya no tenían la habilidad de ocuparse de todo, eran realmente muy pocos para todo lo que había por hacer y era imposible que solo doce personas se ocuparan de ministrar al pueblo y al mismo tiempo, cubrir en su totalidad las necesidades de la iglesia naciente. Los discípulos necesitaban ayuda.
Surge la necesidad de crear un equipo de siete diáconos, hombres de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y sabiduría, quienes en adelante se encargarían del adecuado funcionamiento de la iglesia, mientras los líderes se ocupan de la enseñanza de la palabra y la oración. ¿Le suena esto familiar?
Mediante este pasaje, el Señor nos reitera la necesidad de activarnos en el servicio en la iglesia. Hemos recibido mucho de parte de Dios y es tiempo de servir con diligencia.
La mies es mucha y los obreros son poco, dice la palabra, esta es una realidad de la iglesia de Cristo en este tiempo de tanto movimiento, por eso es necesario que desde nuestra posición tomemos la actitud de siervo y empecemos a gozar del privilegio de servir en el Reino.
Un siervo es aquel que de manera voluntaria se ha sometido a la soberanía de Cristo permitiéndole a él que tome decisiones en su vida, es decir, un siervo de Cristo está sujeto a su voluntad.
La calidad del servicio del siervo de Dios jamás deberá alterarse por las dificultades o mal entendidos que se presenten en la congregación, porque se sirve a Jesucristo y no a los hombres. De allí la importancia de ser enseñados en la palabra, para que cimentados en bases firmes, se pueda empezar a servir como Dios nos llama.
En la segunda parte del pasaje, se habla de cómo Esteban, unos de los diáconos escogidos, su testimonio le hacía resplandecer, esto es sin duda el resultado de un servicio santo. Esto es un llamado a la diligencia y a la pulcritud en el servicio, no se puede servir al Señor sin haber sido sometido antes al fuego de la santificación, el fuego que nos enseña que no se sirve para salir del paso, si no con excelencia porque servir es un privilegio santo.
Ésta es una labor de MUCHO compromiso y disposición que tiene recompensa. Tengamos la certeza que mientras nos ocupamos de las cosas del cielo, Dios pone en orden todas las áreas de nuestra vida. Esta es la mayor garantía de victoria.
Devocionales Refúgiate en su palabra, Casa de Refugio (DS)
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