Jeremías 1:6 NVI: “Yo respondí: «¡Ah, mi Señor y Dios! ¡Soy muy joven, y no sé hablar!»
Preparando este devocional encontré que la biblia nos revela un patrón común en varios hombres grandes en la fe, la tendencia a excusarse ante ese «gran llamado» de nuestro Padre.
En el caso de Jeremías, palabra de Dios viene a él con una hermosa verdad: “Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones” (1:5). Estas palabras deberían ser más que suficientes para responder con decisión y vehemencia al llamado, pero al contrario de esto, acto seguido, Jeremías responde con una excusa: «¡Ah, mi Señor y Dios! ¡Soy muy joven y no sé hablar!”. Pensaríamos que este es un caso aislado pero no…
En Éxodo 4, Dios le da a Moisés todo tipo de herramientas para que dirija a los Israelitas y para manifestar las maravillas de Dios a través de milagros poderosos, pero ¿cuál fue la respuesta de Moisés?: «Señor yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra».
Isaías 6 nos muestra un momento en el que Dios revela sublimemente la misión a Isaías, serafines alabando el Santo, Santo, Santo Nombre del Señor, mientras tanto Isaías dice: ¡Ay de mí que estoy perdido soy un hombre de labios impuros! Y para concluir, Gedeón, definido por Dios como un guerrero valiente, es enviado por el Padre a salvar a Israel con su fuerza; tremendo llamado para la respuesta tan pálida de Gedeón: «¿cómo voy a salvar a Israel?, mi clan es el más débil.
Luego de cada uno de estos episodios, Dios en su infinita misericordia se glorificó en cada uno de ellos para cumplir el propósito para el cual estaban diseñados desde el comienzo de los tiempos. Ahora, con todos estos ejemplos, la reflexión para todos nosotros es, ¿cómo hemos respondido al llamado de nuestro Padre?, ¿hemos caminado hacia sus promesas y al llamado de servicio en nuestra vida?, o seguimos pensando que de pronto es una equivocación, que somos tardos para hablar, o insignificantes, o muy jóvenes, o muy adultos, etc.
Dios nos ve como barro en sus manos, somos productos NO terminados que necesitan ser perfeccionados cada día para volver al diseño original de Dios. Nosotros vemos una versión distorsionada de nosotros, a veces tan perfecta, que parece no necesitar la obra de Dios, a veces tan deteriorada que pareciera no tener arreglo, ambas visiones nubladas y que nos estorban, porque el llamado es a caminar con Fe y determinación hacia la promesa que Dios ha dado a nuestra vida, y con la responsabilidad de ser hacedores de su palabra, moldeados en su presencia para tomar ese papel activo que Él quiere en cada uno de nosotros.
Devocionales Refúgiate en su Palabra, Casa de Refugio (GJ) #mimetaescomprender
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