¿Soy Espiritual?
Gálatas 6:2,7 RVR95: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” … “No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará,”. 

Este pasaje denota la preocupación del apóstol Pablo, sobre el riesgo de llevar el cristianismo a una posición legalista. En esta ocasión, sobre esta porción que nos sugiere la Sociedades Bíblicas, a propósito del tema del mes de “la amistad”, resalto el versículo 2 y 7. El versículo 2 dice: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”. Sobre la base que mencioné acerca del peligro que corrían los gálatas de pasar al legalismo, destaco que para el apóstol era inminente recordarles «la ley de Cristo» que es la del amor. Hay un contraste marcado entre la ley de Moisés y la ley de Cristo.

En la ley de Moisés, lo que importa es “el yo”, en la ley de Cristo, que es el amor, lo que importa es “el prójimo”. La persona «espiritual», que se menciona en el versículo 1, es aquella que manifiesta el amor como fruto del Espíritu, por eso le da la mano a su hermano para ayudarlo a levantarse, para cargar con el peso de su vida. Se trata de un amor que se manifiesta de una manera práctica. Por el contrario, el fruto del no espiritual es el egoísmo, la falta de empatía, de compasión por los demás, resaltando el deber ser y la palabrería que redunda en acusaciones, juicios y críticas. Ahora, no se trata de un amor permisivo, de ninguna manera, ni mucho menos de un simple sentimentalismo, se trata llevar las cargas de otros, dentro de los parámetros de la Palabra.

Respecto del versículo 7 que dice “No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará”, destaco lo siguiente: comprobar si somos espirituales, es decir, si caminamos sometidos a la ley de Cristo, que es la ley del amor, es fácil a partir de la siega, de la cosecha. El legalismo ofrece y se alimenta de apariencia de piedad y rectitud, pero está desprovisto de generosidad y de bondad, todo lo que da es para sí mismo y la única bondad que conoce es la que los demás le deben. Los legalistas, según el pasaje, podían creer que estaban bien, aunque no lo estaban, se engañaban a sí mismos y a quienes les seguían, pero no podían engañar a Dios, quien discierne los pensamientos e intenciones del corazón.

En mi época de juventud estábamos empeñados en vivir una vida de santidad, sin embargo, nos faltaba mucho amor. Una joven que sin duda llegó a la iglesia con el mundo a cuestas, fue rechazada por su forma de vestir, de actuar y a pesar de sus esfuerzos por ser aceptada por sus hermanos en la fe, nunca tuvo éxito y terminó enredada con otro joven, cayendo en las drogas, eso sí, sus acusadores cantaban bien, conocían la Biblia y hablaban bonito. Por la misericordia de Dios, esa mujer hoy ama al Señor y se congrega, pero aprendí rapidito que hacer la obra de Dios sin amor, es inútil, porque la obra de Dios es la obra del amor. Por más que hablemos bien y nos comportemos aparentemente bien y seamos unos profesionales del cristianismo, más temprano que tarde será evidente el engaño, porque el amor es la esencia del creyente, mientras tanto cada semilla que sembremos sea de amor o de egoísmo, irá creciendo y en su momento dará su fruto, según su género. 

Espíritu de Dios, examina nuestro corazón y ayúdanos a vivir en amor, un amor santo, compasivo, que no se canse de hacer el bien, que no se siente seguro en sus propias fuerzas ni en sus propios argumentos, te rogamos que nos ayudes a considerar nuestra propia condición y no pensar de nosotros mismos mejor de lo que somos, porque no somos nada, solo nos gloriamos en la cruz de Cristo.

Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (MP)

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