Génesis 26: 24 RVR1960: “Y se le apareció Jehová aquella noche, y le dijo: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo.”
El capítulo 26 de Génesis comienza con la extensión del pacto de Dios con Abraham a su hijo Isaac, tal y como se lo había prometido. Abraham muere, pero el pacto con Dios no, por el contrario es confirmado a su hijo amado (Génesis 26:3).
Nuestro Dios de pactos, es un Dios que cumple la palabra que da a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Jehová en dialogo con Isaac no le promete una vida sin tribulaciones, de hecho, el encuentro se desarrolla en medio de una hambruna. Al contrario, le promete la victoria sobre esta y las tribulaciones que se le presenten, y como buen Padre le da instrucciones claras sobre lo que debe y no debe hacer para sobrellevarla. Dios siempre nos ayuda a sobrellevar cada prueba, así nos cueste verlo o creerlo, con su palabra y su instrucción; por ello muestra de gran sabiduría es buscarlo para escuchar su voz, conscientes de que la estrategia victoriosa para nuestra tribulación siempre la tendrá Él. Al final, esta situación como todas las que vivimos, queda reducida a un acto de fe y confianza en Él y en lo que ha dicho.
Y como es un acto de fe, también vemos a un Isaac, que al igual que su padre Abraham, batalla con el temor y comete errores movido por su incredulidad. Paralelo a esto, el Señor se revela fiel y misericordioso al no tener en cuenta este pecado sino, por el contrario, venir a su rescate y enviar un mensajero para evitar que su falta conlleve mayores consecuencias sobre el pueblo de Israel.
Dios cumple la promesa en la vida de Isaac mostrándonos así su fidelidad a pesar de él, de su pecado, sus temores y sus debilidades, restaura su fe y lo conduce a cumplir el propósito para el que fue creado. Él nos hizo, conoce nuestra humanidad y sabe que en el proceso de ser perfeccionados para Él caeremos, pero siempre nos podremos levantar de su mano. Caminar con Él es la garantía de que suceda lo que suceda en nuestra vida somos victoriosos porque Cristo ya ganó la batalla, por eso no es en nuestras fuerzas que cumpliremos lo prometido sino de su mano y con la ayuda de su santo Espíritu.
Hoy como Isaac, podemos levantar un altar de adoración por la fidelidad revelada del Padre hacía nosotros, por lo hecho y por lo que hará en nuestras vidas, pero ante todo porque creámoslo o no, él cumplirá su promesa por su fidelidad.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (GVO)
#Mimetaesamar
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