Cuando vivimos un altibajo en nuestra salud casi siempre nos preguntamos PORQUÉ. Nuestro Dios que no es de casualidades sino de causalidades y aunque podemos preguntar por qué, nos enseña a preguntarnos el Para QUÉ.
¿Para qué Dios permite enfermedades? La respuesta la encontramos de la propia boca de Jesús en este relato: Para que su obra de sanidad y salvación se manifiesten en nosotros.
La única forma de conocer al Dios sanador es en la enfermedad y es ahí donde Él se puede glorificar en nuestra vida. La enfermedad que padecemos termina siendo una oportunidad para aferrarnos más al Todopoderoso, para confiar más en la perfecta voluntad de quien nos ama y para ver su gloria reflejada en nuestra salud, para ser testimonio de su poder y misericordia. Lo curioso de este pasaje es que no nos dice que el ciego buscó al Señor, sus ojos terrenales y seguramente los espirituales estaban cerrados, la historia nos relata que Jesús LO VIO.
Jesús me ve, conoce mi situación, Él no es indiferente a lo que estoy viviendo y quiere sanarme y sanarte, quiere sanar nuestro cuerpo, pero le es necesario sanar nuestra alma y nuestro corazón también, nos quiere sanos totalmente, esa es su voluntad.
Hoy puede ser el día de tu sanación como lo fue ese día para el ciego, la luz volvió para él y puede volver para nosotros hoy si logramos entender el PARA QUÉ de su obra revelada en nuestra circunstancia. Ninguna lagrima se pierde en los hijos de Dios que confían y esperan en Él.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (GV)
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