“En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades.
No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta.
Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén. Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan. Todos los santos os saludan, y especialmente los de la casa de César. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén” Filipenses 4:10-23 RV1960
Pablo se encuentra preso en Roma y atraviesa lo que, para cualquiera, sería un momento difícil, uno de sufrimiento, sin embargo, de la lectura esto no parece ser un tema, la pregunta es: ¿cómo el Apóstol puede escribir de esta manera a pesar de estar preso y no gozar de una de las condiciones más importantes para un ser humano, como la libertad?
Frecuentemente se concibe a un cristiano como alguien capaz de cambiar situaciones o personas y ciertamente podría suceder, pero no es tal cambio lo que realmente evidencia el poder de nuestro Señor en nosotros, dicho de otro modo, aun cuando nuestras circunstancias no cambien y las personas que nos rodean tampoco, podemos ser poderosos en Cristo. ¿Entonces, en qué se evidencia el poder del Señor que habita en nosotros? La respuesta está en la medida de nuestra satisfacción. Cuánto más gozo, paz, contentamiento, fe, misericordia, dominio propio tengamos al enfrentar cualquier situación, entonces seremos más poderosos en Cristo.
Si pudieras ver tu futuro, quizá te espantarías imaginando cómo enfrentar todo lo que puedes llegar a vivir, sin embargo, cuando ya has caminado con Cristo y miras hacia atrás, encuentras situaciones duras o muy duras que has atravesado en victoria y es cuando corroboras lo que el apóstol Pablo nos enseña del versículo 11 al 13 de Filipenses 4, cuando afirma: “he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
La clave está en el versículo 13, que en la versión Dios habla hoy dice: “a todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece”. Se trata de una fortaleza que recibimos estando EN CRISTO y esto significa que la recibimos de Él y con el propósito de hacer Su voluntad, valga decir, no para hacer la nuestra. Cristo obedeció al Padre y para eso fue fortalecido hasta llegar a Su muerte en la cruz del Calvario, lo que a su vez le permitió experimentar la victoria de Su resurrección. Cuando estamos en Cristo, nos identificamos con su obediencia, pero también nos anticipamos a Su victoria en todo.
Mi amado y amada en Cristo, ciertamente en Dios haremos grandes proezas, caminaremos por el fuego sin quemarnos, atravesaremos las aguas sin ahogarnos, nos rodearán leones sin devorarnos, sin duda enfrentaremos mucho pero aun así nos mantendremos en pie porque TODO LO PODEMOS EN CRISTO QUE NOS FORTALECE, ÉL SUPLIRÁ TODO LO QUE NOS FALTA CONFORME A SUS RIQUEZAS EN GLORIA. Devocionales Refúgiate en Su palabra, Casa de Refugio. M
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