Juan 7: 37-39 RVR1960: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”
Algunas veces nos encontramos en la vida con circunstancias tan fuertes, que sentimos como si nadáramos contra la corriente, eso ocurre cuando vemos que lo que estamos haciendo es totalmente opuesto a lo que otros harían, lo que nos ocasiona gran frustración.
Como cristianos, muchas veces nadamos en un río que va en contra del pensamiento y los actos de este mundo, habitamos en un lugar correcto, donde se respetan los principios bíblicos. Este nadar contra la corriente del mundo es bueno, porque significa que estamos fluyendo en el río de Dios, en sus preceptos y en el fundamento de su Palabra. Porque cuando creemos en Jesús, empezamos a nadar en el río de Dios, donde brota el agua que nos da vida, por donde se manifiesta el fluir y la acción del Espíritu Santo en medio de nosotros.
Cuando aprendemos a vivir en la perfecta y santa voluntad de Dios, aceptamos sumergirnos en las profundidades de su río; esto implica que actuamos tanto en el tiempo y en el lugar perfecto, como en el propósito definido por Él, de otra manera estaríamos nadando en contra del río de Dios. Eso mismo pasa cuando entendemos el propósito que él quiere que se cumpla en el lugar donde estamos, porque, aunque no se vea, ni se sienta, ni se perciba, estamos nadando en el sentido correcto, en el que fluye de su río.
Reflexionando sobre esto, Dios nos habla al corazón diciéndonos: Métete en el río y no salgas más, el río de vida, lleno de amor y poder, el que fluye desde Su trono, así como lo dice en Apocalipsis 22:1: “Después me mostró un río limpio, de agua de vida, resplandeciente como cristal, que fluía del trono de Dios y del Cordero”.
¡Iglesia! Este es un río espiritual que lleva vida, la única vida genuina, porque es eterna, la vida de Jesús que todo lo puede, que vence la muerte y el dolor, que rompe cadenas y sana las heridas, que levanta al caído y resucita los sueños muertos, que saca de la miseria al pobre, venda al herido y al desesperado quita la angustia, el río que fluye desde Su trono, es un fluir de perdón y gracia, no de culpa, que no acusa, solo limpia y renueva. Para llegar a este nivel es obligatorio que salgamos de la orilla, no podemos seguir en la zona de confort que estamos acostumbrados, es tiempo de AVANZAR e ir a la profundidad del río y sumergirnos.
Tiempo de Hablar con Dios: Señor Jesús, gracias por darme vida para que de mi interior brote agua viva, hoy clamo a Ti, porque siempre me reveles tu voluntad y poder seguir actuando en tu propósito, quita de mi toda emoción falsa o temor. Deseo estar en el lugar, en el tiempo y en el plan que tienes para mi vida, anhelo estar fluyendo en tu río, lo pido y declaro en el Nombre de Jesús ¡AMÉN!
2021 Año del Propósito de Dios – Casa de Refugio (JCRR)
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