“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas.” (2 Corintios 5:17 RVR95)
Iniciamos nuestro día reflexionando sobre esta gran verdad: éramos unos antes de Cristo y somos otros después de él, incluidas TODAS las cosas, no hay nada que se haya quedado por fuera de la cruz, fuimos reconciliados con el Padre, justificados, santificados y regenerados en El.
Entonces, si esta palabra es verdad, ¿puede algo esclavizarnos nuevamente? Quizá deba preguntar de otra forma, ¿te sientes esclavo de algo en tu vida a pesar de haber nacido de nuevo? Hay algo en lo que Dios insiste en esta semana, es en nuestra necesidad de ser libres, libres para concentrarnos en el propósito de Dios, libres para servir, libres para adorarle, libres para vivir la vida eterna, aquí en la tierra hoy, ahora; pero libres especialmente de las cadenas que nosotros mismos nos hemos puesto por nuestra incapacidad de decir: ADIOS.
Dios insiste, no podemos ser cíclicos, siempre luchando con el mismo pecado, dando vueltas en el mismo desierto, siempre escogiendo erradamente las personas que nos rodean, siempre con las mismas parejas difíciles o conflictivas, porque es que siempre me toca sufrir, es que siempre me toca lo mismo, es que…
Esto tiene una explicación, entre muchas, y es que es peligroso no cerrar un ciclo porque cada uno tiene forma de eslabón, y cuando no le ponemos fin, se une con otro y con otro hasta formar una cadena y no precisamente de las que adornan el cuello. Acumular ciclos nos vuelve esclavos, esclavos del pasado, esclavos de emociones incorrectas, esclavos de las consecuencias de no tomar decisiones, esclavos del pecado, por tanto, totalmente impedidos para disfrutar lo nuevo de parte de Dios, para vivir como las nuevas criaturas que somos en El.
Y es que aún a las cosas buenas debemos decirle adiós. Vivir en la remembranza de esas cosas buenas es como un velo, que nos mantiene en ellas y no nos permite ver lo mejor que Dios quiere traer. Tenemos un enemigo interno que nos impide cerrar ciclos y se llama: orgullo. simplemente porque queremos demostrarnos o demostrarle alguien que, si podemos, que, si lo superamos, que ya no nos afecta, aunque no sea cierto en el fondo… y oramos y peleamos con Satanás porque no nos permite ser libres, pero no fue él quien hizo la cadena, él se goza de poner nuestra vida en pausa, para que retrocedamos y volvamos a ver ese capítulo porque es que, fue tan lindo, fue tan especial, fue tan duro, fue tan fuerte…
A veces cerrar un ciclo es tan fácil que estamos a un clic, basta con darle “eliminar” o “bloquear” para ser libres… Jesús ya hizo su parte, todo lo hace nuevo, el cambio mi vida, pero no me voy a realizar realmente si no decido ponerla en orden, cerrar un ciclo significa terminar con “ese tema”, no volver a hablar de ello, dejar de sentir dolor.
Tiempo de Hablar con Dios: Espíritu Santo muéstrame qué carga he llevado por mucho tiempo. ¿De qué lugar no me he despedido? ¿De quién no me he desprendido? ¿Qué actitud debo dejar? Renuncio a mi orgullo, hoy quiero soltar cada eslabón de la cadena que me he puesto, porque necesito ser libre para avanzar a tus brazos y recibir lo nuevo que tienes preparado para mí. Señor me duele, pero quiero ser libre y hoy quiero desatar mi fe para creer que ¡lo mejor está por venir! Hoy perdono, y me perdono para ser libre.
2021 Año de Su Propósito – Casa de Refugio (KMR)
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