María de Betania, hermana de Martha y Lázaro aparece en 3 oportunidades en la Biblia, paradójicamente, en las 3 oportunidades aparece “a los pies de Jesús”.
En Lucas 10:39 vemos a María a los pies de Jesús, nuestro Maestro por excelencia, ella estaba escuchando atentamente su palabra, siendo instruida por Él. Esto nos lleva a reflexionar, sobre la necesidad de aprender de nuestro Maestro a través de su palabra con la humildad de María, postrados a sus pies, para ser enseñados y ministrados por su sabiduría.
En Juan 11:32 hay un segundo encuentro de María y Jesús; la palabra de Dios nos relata que María estaba pasando por un momento muy difícil pues su hermano Lázaro acababa de morir. María y Martha habían mandado avisarle a Jesús que, “aquel que amaba” estaba enfermo, y esperaron su visita para que le sanara.
La Biblia nos cuenta que cuando María ve a Jesús se postra a sus pies para ser consolada. Esto nos muestra que, ante cualquier calamidad, quién mejor que Jesús para entendernos, levantarnos y sanar nuestro corazón, que Aquel que sufrió los peores dolores y angustias por nosotros. Jesús puede entendernos, llorar con nosotros, nos ayuda a buscar salidas y es Quien hace los milagros que necesitamos, pues una prueba de esto es la posterior resurrección de Lázaro por intercesión de Jesús.
En Juan 12:3 la palabra de Dios nos habla de un tercer encuentro de Jesús con María. En este, estando a sus pies, los unge con perfume de nardo puro, uno de los más costosos de ese entonces. María, es quien unge su cuerpo antes de la crucifixión, ella se anticipó, sin saberlo, a prepararlo para lo que sería su muerte en la cruz por nosotros.
El acto de estar a sus pies y ungirlo nos habla de adorarlo. La palabra de Dios en Efesios 5:2 RVR95 nos dice: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a si mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”.
Adorar a Dios con nuestra vida, con nuestros actos, con nuestras palabras, significa amar a los demás como Él nos amó. Adorarlo con todo nuestro ser, es entregarnos a Él como una ofrenda y sacrificio que, como dice su palabra, subirá a los cielos como olor grato.
María de Betania nos enseña que, para ser instruidos, consolados y para adorarlo debemos llegar a los pies de Cristo con la fe que se necesita para saber de ahí no saldremos siendo los mismos.
Devocionales Refúgiate en Su Palabra – Casa de Refugio (GVO)
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