Salmos 119:41-48 RVR95: Y daré respuesta a quien me avergüenza que en tu palabra he confiado. No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, porque en tus juicios espero. Guardaré tu Ley siempre, para siempre y eternamente. Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos. Hablaré de tus testimonios delante de los reyes y no me avergonzaré. Me regocijaré en tus mandamientos, los cuales he amado, Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amo y meditaré en tus estatutos.”
El pensamiento en general de las personas inconversas es que la lectura de la biblia enloquece y embrutece, porque no es aplicable a los parámetros sociales, ni políticos o económicos. Algunos filósofos la ven como un libro de autoayuda, contradictorio y poco interesante. Sin embargo, su trascendencia es innegable a lo largo de la historia y a pesar de que han tratado de destruirla, sigue vigente y en ella muchos alrededor de todo el mundo seguimos encontrando más que parámetros de vida, la verdad que nos enseña y permite conocer al Rey de reyes y Señor de señores.
Detrás de las palabras del salmista, se esconde una enorme pasión por las escrituras, tanta que no teme en responder con ella a sus enemigos, ni se avergüenza al tener que confesar que es la palabra de Dios, la base de su confianza en la vida, por eso la declara con orgullo, así sea “delante de los reyes”.
El apóstol Pablo, compartía estos sentimientos y por eso escribió: “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree”. (Romanos 1:16 RVR95).
Guardar, obedecer la palabra, es la premisa del salmista para su caminar, porque quiere “siempre, para siempre y eternamente” andar en ella. Contrario a lo que en lo secular se piensa, el conocimiento de y en la palabra de Dios nos lleva a libertad. Libertad de todo aquello que nos aleja de Él y realmente nos pone cargas, como los estándares sociales y familiares, la academia y el mundo, cargas que nos llenan de aflicción porque no nos alimentan el alma y nos enfrían el espíritu.
Para apasionarnos por la palabra necesitamos más que leerla, estudiarla de la mano de su Escritor principal, El Espíritu Santo, quien nos enseña que ella se interpreta y se complementa sola. No hay paseo más emocionante que leer las escrituras.
Recordemos algunas razones por las cuales, es el libro más importante, interesante, influyente e imponente de todos los tiempos:
- A pesar de ser escrita por distintos autores y en un periodo aproximado de 1000 años, relata una misma historia y contiene 65,000 conexiones entre todos sus libros (según estudio realizado por Jordan Peterson, psicólogo clínico, crítico cultural y profesor de psicología).
- Contiene clases diferentes de literatura, como narrativa en un 43% (casi la mitad de ella), la forma más universal de comunicación humana, que permite encontrar sentido a los diferentes aspectos de la vida; 1 de cada 3 capítulos es poesía, lo que la llena de lenguaje creativo y metafórico; y el discurso en prosa, que permite construir una secuencia de ideas y pensamientos conectados de manera lógica, por tanto, me obliga a pensar lógica y consistentemente.
- Es el único libro que explora las preguntas más difíciles que enfrenta el ser humano (frente a la muerte, la vida, la sociedad, el mundo, sí mismo, etc.)
- Su historia refleja cómo el autor de toda realidad, Dios sobre todas las cosas, genera orden y belleza en medio del caos de la nada.
La Biblia es el Libro de los libros, se carece de sabiduría cuando se elige ignorarla, se pierde el privilegio de escudriñarla y enriquecer la vida con el conocimiento que ella encierra, el conocimiento del Dios vivo, Soberano y dueño de todas las cosas. ¡Que la Palabra de Dios sea nuestra Pasión!
Devocionales Refúgiate en Su Palabra, Casa de Refugio (KMR)
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